EL
LEGADO DE FIDEL (1)
LA
VERDAD TEMIDA POR TRUMP
Por Ernesto Wong Maestre
ALGUNAS PREMISAS
DE LA REFLEXIÓN
El
primer presidente de los Estados Unidos de América fracasado en el intento de
continuar extrayendo de Cuba su riqueza, a costa de la explotación del pueblo cubano,
fue el republicano Dwigth Eisenhower quien gobernó su país hasta el 20 de enero
de 1961, precisamente cuando unos cien mil jóvenes cubanos se enrolaron como
maestros populares, al llamado del líder revolucionario Fidel Castro Ruz, y
comenzaron la campaña de alfabetización de esos campesinos y obreros que el
sistema capitalista excluyó del saber universal.
Por
haber pertenecido a ese histórico contingente juvenil, haber aprendido de Fidel
a ser justo y honesto, y recordar que ser revolucionario “es desafiar poderosas
fuerzas dominantes” y “defender valores en los que se cree”(FC,1/5/2000), le
recordaré al señor Trump algunos datos históricos ya que nuestro querido
Comandante en Jefe ha partido a la gloria. Le respondo al candidato ganador de
EEUU como acostumbraba Fidel a hacerlo ante las ignominiosas calumnias lanzadas
contra Cuba por algunos de los once presidentes yanquis que siguieron el camino
vergonzoso e injerencista del invasor Eisenhower, el que parece agradarle al
próximo inquilino de la Casa Blanca.
En
razón de ello, en la presente serie de artículos El Legado de Fidel que inicia
con este trabajo La Verdad Temida Por Trump, pretendo mostrar las potencialidades
ideológicas y políticas más significativas del legado de Fidel Castro que comenzaron
a gestarse desde el asalto al cuartel Moncada en 1953, en todo el periodo de
emigración a EEUU y México, luego en la guerrilla de la Sierra Maestra
1955-1958, en los años que nace y se consolida la verdadera república libre e
independiente de Cuba (1959-1972), en la nueva institucionalización comenzada a
integrarse al sistema socialista europeo (1972-1991), más tarde durante el
“período especial” (1991-2000) y luego en la recta final hasta el “último minuto”
del día 25 de noviembre de 2016 que como prometió estuvo batallando con la
naturaleza.
A
través del estudio de sus discursos públicos desde que Fidel asumió las riendas
del país en 1959 se pueden extraer esas claves de su pensamiento que nutren su
legado político, y que hoy son tan temidas por las oligarquías extranjeras porque
socavan las bases argumentales del capitalismo monopolista y movilizan al
sujeto histórico para guiarlo en su camino liberador e independentista frente
al imperialismo yanqui. ¿Será por ello que el elegido presidente estadounidense
Donald Trump fue tan insolente, prepotente y mentiroso al comentar días atrás el
fallecimiento del líder cubano Fidel Castro calificándolo de “dictador” y al
sistema político cubano de “totalitario”?.
Igual
a los anteriores presidentes, Trump declaró su aspiración de devolverle a EEUU
su poderío e influencia mundial. Si esa potencia e influencia fueron alcanzadas
por los gobernantes estadounidenses a costa de la explotación de los
trabajadores y trabajadoras de los pueblos de América Latina, África y Asia, practicada
por sus monopolios, transnacionales y megacorporaciones, entonces el legado de
Fidel Castro continuará siendo un obstáculo imbatible para Trump como lo fue
para esos once presidentes gringos, ya que ese legado fidelista es la síntesis
de su pensamiento, su obra humana y material y su praxis en los marcos nacionales
e internacionales. Es el paradigma del revolucionario Fidel, arraigados en la
cultura cubana y de otros pueblos o tomados como referencia y respetados como
válidos para la lucha emancipatoria. Por ello resulta necesario recordar que “la
cultura es el fundamento del movimiento de liberación nacional”, como habría
dicho uno de los líderes africanos que tuvo más identificación con Fidel: el
agrónomo guineano Amilcar Cabral quien se destacó en la fundación de la
Tricontinental de La Habana en 1966 y lideró hasta su muerte en 1973 la batalla
por la independencia de Guinea Bissau y Cabo Verde.
¿Por
qué el legado de Fidel es y será un poder defensivo de altos quilates frente a
las pretensiones imperiales de apoderarse de Cuba? Para contestar esa pregunta
se debe haber respondido esta otra: ¿en qué consiste el legado de Fidel?. Ambas
preguntas se responderán a lo largo de los artículos que componen esta serie. Para
presentarla se ha optado por usar, generalmente, un orden cronológico de los
acontecimientos en que líder-pueblo estuvieron involucrados transformando a
Cuba y enfrentándose al potente adversario imperialista. De esa dialéctica se
extraerán los rasgos genéticos del pensamiento de Fidel. Ellos son significativas
tesis de su legado histórico que se fue construyendo con el tiempo y la praxis
porque nada surge de la nada.
EL LEGADO DE FIDEL ESTÁ ARRAIGADO EN
LA CULTURA CUBANA
Durante
nueve días el mundo estuvo observando en Cuba el comportamiento ciudadano y
militante de millones de personas que en las ciudades cubanas expresaron, ante
los restos de Fidel convertidos en símbolo, su admiración, amor y respeto hacia
“el Caballo” como le llamaba cariñosamente el pueblo a Fidel, o hacia el
“Comandante en Jefe” como se le denominó oficialmente y se hizo patrimonio de
todas y todos los cubanos que coreaban una y otra vez, “Yo Soy Fidel”, “Yo Soy
Fidel”, “Yo Soy Fidel”. Esa identificación del pueblo con Fidel es resultado de
ese legado que fue construyéndose desde el asalto, organizado y liderado por
Fidel, al principal cuartel militar de la dictadura de Fulgencio Batista, hasta
este propio momento de su fallecimiento pues con su decisión personal de que al
morir lo cremaran reafirmó un elemento crucial de su legado: la firme
convicción en los principios éticos, políticos y morales con que condujo la
Revolución Cubana, en los cuales se destacó, entre otros, evitar el culto del
pueblo a su personalidad por las dañinas consecuencias que ello podría traer
para el ritmo y profundidad del proceso de transformaciones sociales.
Por
el arraigo popular del legado de Fidel
en la cultura cubana y por la decisión soberana de ese pueblo y sus líderes
actuales, dirigidos por el ya legendario comandante de la Sierra Maestra y
genio militar Raúl Castro Ruz, de continuar la obra transformadora de la
Revolución en Cuba, seguirá ello constituyendo un valladar infranqueable a los
planes estadounidenses de entrometerse en los asuntos internos de Cuba para “cambiar
el régimen” como si se tratara de un problema de reingeniería en una empresa.
Ese pensamiento pragmático capitalista del agresivo Trump encontrará en el
legado de Fidel un poder defensivo que no podrá vencer, como no lo pudieron lograr
esos once ilusos mandatarios imperiales.
De
ese legado fidelista, la ideología de la Revolución Cubana, como sistema de
ideas compartidas por la gran mayoría de la población para construir el
socialismo, es otro valladar
infranqueable para Trump, como lo fue para los once presidentes anteriores,
pues constituye un cuerpo sólido de conocimientos dentro de ese “mundo social”
compartido con otros pueblos, de mucha significación para transformar las
estructuras heredadas del capitalismo y construir el socialismo, solo a 90
millas del mayor adversario.
En
ese contexto, el discurso del Comandante en Jefe adquirió un relevante
significado para todas las generaciones de cubanos y cubanas, y de otras
sociedades latinoamericanas o caribeñas, formadas al calor de esa intensa
batalla por la sobrevivencia y la búsqueda del “buen vivir”, como diría Evo
Morales, otro de los leales hermanos y admirador confeso de Fidel quien también
aportará un legado a las generaciones actuales y venideras “Ninguna economía es
duradera si produce desigualdades y exclusiones. Ningún progreso es justo y
deseable si el bienestar de unos es a costa de la explotación y la miseria de
otros” sentenció Evo como presidente Pro Témpore de la Cumbre del G77+China,
celebrada en La Paz, Bolivia, en junio de 2014.
También alertó: “Necesitamos construir una visión distinta del
desarrollo occidental capitalista, transitando desde el paradigma del
desarrollo sostenible al paradigma del desarrollo integral para el buen vivir.
Ningún desarrollo es sustentable si la producción destruye la Madre Tierra”. No
son secretas en absoluto las propias referencias del líder boliviano a las
ideas socialistas y ecologistas de Fidel a quien considera su mentor político.
Sin
dudas, el pensamiento social de Fidel se ha extendido por toda la región, a
pesar de la manipulación mediática adversa, durante el medio siglo de vida y
obra revolucionaria en Cuba. Ello constituye un reto a vencer o adaptarse para el
capitalista Trump si este es incapaz de poder asimilar ese pensar en lo social,
casi predominante en los foros de organismos multilaterales o en los
movimientos sociales, y él trata de contrarrestarlo muy dogmáticamente con
adjetivos descalificadores contra el indiscutible líder de pueblos, opuestos a
la realidad, o con políticas agresivas que se revertirán en contra de sus
intenciones reformadoras.
Así
también calificaron a Fidel, cada uno a su forma y estilo, los posteriores
presidentes a Eisenhower, tan fracasados en sus intentos anticubanos: John F.
Kennedy (1961-1963), Lyndon B. Johnson (1963-1969), Richard Nixon (1969-1974),
Gerald Ford (1974-1977), Jimmy Carter (1977-1981),
Ronald Reagan (1981-1989), George H. W. Bush (1989-1993), Bill Clinton
(1993-2001), George W. Bush (2001-2009) y Barack Obama (2009-2017) quien moderó
su léxico contra la Revolución Cubana bajo el presupuesto de buscar “el cambio
de régimen” en Cuba mediante el “smart power” aplicado codigna o
compensatoriamente para promover también la creación de una oposición política
dentro de la Isla (destinada al fracaso por su artificialidad, ilusión
capitalista y su carácter anexionista).
EL ORIGEN DEL SUBDESARROLLO ESTÁ EN LA
BASE ECONÓMICA
Fue
a solo cuatro meses de comenzar el gobierno revolucionario cubano cuando Fidel
expuso una de sus principales tesis políticas a los veintiún gobernantes
latinoamericanos reunidos en Buenos Aires el 2 de mayo de 1959 y colocó los
factores causales del desastre político-social latinoamericano en la “base
económica”, es decir, en “las relaciones sociales de producción”, definidas por
Carlos Marx en el I Tomo de El Capital. “La inestabilidad política de los
gobiernos y de los pueblos de América Latina en estos tiempos no es la causa
del subdesarrollo –afirmó Fidel- sino la consecuencia del subdesarrollo”. Al cuestionar la tesis predominante en el
foro, el líder cubano argumentó y afirmó que “el mal no está en nosotros, que
el mal está, fundamentalmente, en nuestras condiciones económicas y sociales,
que no hemos tenido la fortuna de podernos desarrollar como se han desarrollado
los países del norte, y que las causas no están en el hombre latinoamericano,
(…) que las causas están en la base
económica, en los tremendos problemas económicos que desde los orígenes
hemos afrontado estos pueblos de Centroamérica y de Suramérica”. Y más adelante Fidel lanzó una de sus primeras
críticas públicas a los EEUU, ante la mirada atónita de los delegados
estadounidenses que habían exaltado el “sacrificio” financiero hecho por su
sociedad para poder invertir en el extranjero. “No lo ha hecho en favor de los
pueblos de la América Latina –exclamó Fidel- no se han dirigido hacia aquí,
hacia la familia de este hemisferio. Se
han dirigido esos sacrificios hacia Europa, para su reconstrucción después de
la guerra, se han dirigido hacia los lejanos países del Medio Oriente”. Este tipo de denuncia abierta hacia EEUU y
sustentada profundamente en la realidad, es otra característica genética del
legado de Fidel al que teme Trump.
El
“republicano” Eisenhower fue quien rompió las relaciones diplomáticas en enero
de 1961 con Cuba, pocos días antes de entregar el poder a Kennedy, como para
dejar comprometido al “demócrata” de forma legal y fácticamente, pues la
invasión mercenaria ya él la tenía preparada y solo Kennedy debía ejecutarla.
Al ser derrotados los mercenarios por el pueblo cubano en armas, liderado
eficazmente por Fidel, este lanzó una premonitoria sentencia: "Y algo sí
podemos comunicarle al señor Kennedy: que primero verá una revolución
victoriosa en Estados Unidos, que una contrarrevolución victoriosa en
Cuba" (discurso del 13/3/61). Esa visión estratégica de Fidel es una de
las cualidades de su legado al que teme Trump.
Una visión fundada en la concepción filosófica marxista de Fidel
expuesta desde 1959, antes de declarar en abril de 1961 el carácter socialista
del proceso revolucionario cubano, con el que asiste como miembro fundador a la
primera Cumbre del Movimiento de Países No Alineados en septiembre de ese mismo
año celebrada en Yugoslavia.
EL PODER DEL PUEBLO TRABAJADOR ES LA
CLAVE
El
eje potencial del legado de Fidel radica y está centrado en el poder del pueblo
trabajador, en el poder de la clase obrera, desde el primer año de Revolución.
“Los obreros saben que nosotros sí que
no andamos defendiendo intereses contrarios a los intereses de los
trabajadores”, declaró Fidel en el 1er Congreso de Trabajadores Azucareros. Y concluyó: “¡Qué casualidad que ha sido el
año de más paz, de más orden, de menos huelgas y conflictos sociales! ¿Por qué?
Por la identificación que existe entre los trabajadores y el Gobierno
Revolucionario”.(FC 15/12/59)
El
carácter obrerista del discurso y la praxis clasista de Fidel son ejes
conductores que desde 1959 guiaron la organización, los planes y las
movilizaciones del pueblo, factor decisivo en la lucha antimperialista, y que
constituye parte sustancial del legado fielista que más teme Trump.
“El
Gobierno Revolucionario –dijo Fidel desde 1959- después de restablecer todos
los derechos sindicales, después de restablecer el derecho de huelga, el
derecho de desfilar el 1ro de Mayo, el derecho de escoger a sus dirigentes, después de haber restablecido todos los
derechos de los trabajadores, puede contar con ese apoyo espontáneo y libre,
y esa actitud de los trabajadores que libre y espontáneamente han evitado las
huelgas”. (FC 15/12/59)
Lo
más temeroso para Trump, como para los once presidentes que le antecedieron, es
que en el legado de Fidel o paradigma fidelista la solución real y
profunda de los graves problemas
económicos y sociales de los pueblos está en manos de la propia clase obrera,
de los propios trabajadores y trabajadoras, que deben enfrentarse a los poderes
fácticos y saber vencer las campañas mediáticas capitalistas. Un mes antes de
la ruptura de relaciones diplomáticas por Eisenhower, las palabras de Fidel
ante el Congreso de la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros (FC
15/12/59) fueron determinantes en la decisión imperial pero también fueron premonitorias
de ese proceder oligárquico-imperialista que hoy, seis décadas después, es más
indigno y vergonzoso.
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