domingo, 27 de octubre de 2019

La dictadura chilena no pudo matar las esperanzas. 27/10/19


 La dictadura chilena no pudo matar las esperanzas

Por Ernesto Wong Maestre (*)

Leyendo los reportes de prensa realizados por los medios de comunicación sobre la rebelión popular chilena, esos articulados a las redes informativas que cumplen los dictados de los gobiernos de los EE.UU,  se puede constatar tanto la incapacidad de sus periodistas, como también las intenciones de sus jefes, para comprender o para hacer creer lo que actualmente está aconteciendo en Chile, en particular cuando hace pocas horas atrás la rebelión ha llegado a sumar casi millón y medio de manifestantes de todas las edades en las calles de la capital; en una concentración considerada la más numerosa de la historia chilena, solo comparable con las efectuadas en apoyo al socialista Salvador Allende, quien ganara la presidencia de Chile en 1970, y luego fuera derrocado en 1973 por el cruento golpe militar encabezado por el general Augusto Pinochet y dirigido desde Washington.

Pinochet se convirtió en el dictador suramericano más sanguinario de la historia y apoyado en las fuerzas armadas.  Asesinó y desapareció a miles de personas, incluidos niños y ancianos, e impuso leyes, medidas no escritas, y normas de comportamiento dictatoriales que cercenaron la democracia durante varias décadas. Algunas de ellas siguen  vigentes en el actual gobierno de Sebastián Piñera, como es la Constitución de la República, por citar solo algunas que siguen limitando la vida democrática, si acaso a elecciones porque ni libre expresión hay en un país donde un alto por ciento de los medios de comunicación responden a los intereses del capital, y sobre todo de un capital ensangrentado porque gran parte de él se originó desde el reparto y apropiación de bienes de producción y servicios que la casta militar golpista y sus empresarios aduladores aprovecharon para enriquecerse; el actual presidente entre ellos.

El dictador que dirigió el gobierno de facto estuvo reprimiendo a la sociedad chilena durante diecisiete años porque es un pueblo que cuando votó mayoritariamente por Allende en 1970 sobrepasó la cifra del millón de electores (1.075.016)  y después de casi cincuenta años, la mayoría de los que sobrevivieron a la represión o a la muerte natural continúa decidido a rescatar el ideal socialista y ahora junto a sus hijos ya maduros y nietos que hoy son la mayoría de los rebelados contra Piñera y el sistema político-económico. “No tenemos miedo” exclaman sin capucha y sin armas,  abiertamente ante los y las periodistas, esos jovencitos que ya son verdaderos soldados de la Patria enfrentados a los carabineros de la dictadura. 

Nadie debería dudar de la potencialidad de esa fusión de generaciones porque es lógico pensar que aquel millón allendista se quintuplicó, sea dentro como fuera de Chile debido a la emigración forzada causada por las masacres de Pinochet, y si bien muchas de esas familias emprendieron nuevas vidas, la mayoría quedó residiendo en el país, pendientes y con su cultura chilena, la verdadera del pueblo, que es, como en toda Suramérica, de raigambre independentista y por ello democrática.

Allende tuvo muchas razones cuando avizoró que se abrirían, más temprano que tarde, “las grandes alamedas” por donde pasaría “el hombre nuevo”, ese que años antes había imaginado Fidel Castro y Che Guevara y que después en 1979 fue (y es) ideal también de la Revolución Sandinista, e idea clave en la corta vida de Maurice Bishop con su Revolución de la Nueva Joya en Granada, los cuatro procesos sociales enfocados en el ideal socialista que precedió y fueron objeto de estudio, del Comandante y líder Hugo Chávez, para iniciar una nueva fase, ahora victoriosa, de la Revolución Bolivariana que ahora lidera, ejemplarmente, Nicolás Maduro. Hoy, en los Andes de los aymaras y los quechuas, donde año tras años rememoran al Che y a Allende se enarbola también el ideal del “hombre nuevo”, liderado por ese ejemplo de indígena nuevo llamado Evo Morales.

Esa fusión de generaciones es el gran proceso humano y social  en el que se dirimirán las contradicciones en el siglo XXI y está condicionado ahora por tres procesos, a saber:  a) por una aguda crisis estructural del capitalismo, en tensión con los proyectos nacionales o plurinacionales enfocados al socialismo; b) por un tipo de política cada día más demagógica e inmoral de los gobernantes pro capitalistas que es evidenciada con mayor significado social debido a la expansión de las redes sociales, con su correlato de rechazo masivo, y por ello 3) de una conciencia política de liberación y emancipación más profunda y extendida en la ciudadanía.

De esa dialéctica de las tensiones sociales y políticas, como “expresión concentrada de la economía” surgirán, cada año, en cantidades mayores en el mundo, tres tipos de gobiernos: unos enfocados abiertamente al socialismo con fortalecimiento del Estado y presencia de capital privado y del globalizado con diferentes tipos de alianzas; otros con variantes políticas socialdemócratas como tránsito para contener al capitalismo depredador pero priorizando al capital privado sobre el público; y otros, gobiernos del tipo “liberal” que como consecuencia de correlaciones de fuerzas entre los poderes de esos estados, mantendrán y tratarán de prolongar de una u otra forma –por ahora- el poder de la burguesía, la que nunca podrá asesinar las esperanzas de los pueblos, tal y como lo estamos viviendo ahora, en cada nación en transformación, con sus particularidades y generalidades, sea en Suramérica, Centroamérica, Caribe, África del norte, África Central y Meridional, Asia Menor, Europa, Medio Oriente, Norteamérica, Eurasia o incluso Australia.  

Aunado a esos tres tipos de gobiernos, se encuentran los restantes, esos que seguirán desestructurándose, integrantes del “imperialismo colectivo” y practicantes asiduos del no reconocimiento social como política gubernamental, y todo como consecuencia de las tensiones sociales crecientes al interior de sus sociedades y de las tensiones con el entorno regional o global, en lo que está mediando una aceleración inusitada y diversificada de las comunicaciones, y en las que cada día intervienen más millones de seres, de esos siete mil millones que hoy conforman la esperanzadora humanidad, más confuciana, roussoniana y bolivariana que hobbesiana o durkheimana, y por ello predominando el ideal del destino común y de los beneficios compartidos.

De manera que la fusión de generaciones imbuidas de un ideal común y decididas a transformar la sociedad y las relaciones con su entorno no es un resultado evolucionista sino la expresión de un proceso de desarrollo en que ellas llegan al punto de “no retorno” aunque no exenta de contradicciones tripolares,  o al momento de evitar a toda costa y bajo cualquier peligro de que no les maten las esperanzas quienes por años, injustamente, no les han reconocido sus anhelos y sus derechos.    

 (*) Profesor de las Maestrías en Derecho Internacional Público de la UBV y Política Exterior de Venezuela del IAEDPG; es Master de FLACSO-México y Doctor en Seguridad de la Nación de la UMBV. Es co-Presidente de la Tricontinental de las Relaciones Internacionales y la Solidaridad (TRISOL) para su Planificación, Organización y Desarrollo. Director del Blog http://noticiasvenezolanasymundiales.blogspot.com

La crisis ecuatoriana, los intereses de EEUU y las transformaciones en Suramérica.


La crisis ecuatoriana, los intereses de EE.UU y los procesos de transformación en Suramérica



Por Ernesto Wong Maestre (*)

Las protestas sociales de carácter masivo de este otoño latinoamericano en el marco de la crisis ecuatoriana, iniciada desde el primer momento en que el presidente Lenin Moreno se dispuso a enjuiciar a su Vicepresidente Jorge Glass y negar así la opinión de la mayoría del pueblo que lo había elegido, deben comprenderse tanto por lo ocurrido en esta última manifestación masiva pacífica -fuertemente reprimida- como por su contexto nacional e internacional y por los intereses, intenciones y estrategias del gobierno ultraconservador de Donald Trump hacia la subregión andino-caribeña.

No están claramente definidos todos los procesos y subprocesos de la crisis ecuatoriana aunque las intenciones de los actores involucrados en ella han quedado expuestos en su mayoría, sobre todo los del Presidente Moreno de achacar la culpa de todo al gobierno venezolano presidido por Nicolás Maduro, lo cual es una total falsedad y a los seguidores de Rafael Correa que además se les califica de “corruptos” e “ineptos” por haber “destruido” la Nación, valoración que se revierte sobre el propio Moreno quien fue vicepresidente en los gobiernos del líder de la Revolución Ciudadana.

En el contexto resulta clave comprender que varios sectores del pueblo salieron a protestar masivamente porque percibieron las consecuencias, para ellos nefastas, del acuerdo firmado por Lenin Moreno con el FMI desde marzo del presente año, pero estaban a la espera de su promulgación que ahora ocurrió y desató la ira, lo que es una cuestión de opinión pública latente que también conocían, tanto Moreno y su aparato de inteligencia, como el propio imperialismo por el dominio de las fuentes de internet y su Big Data.  Entre esas fuertes motivaciones del pueblo se manifestó claramente el rechazo popular a la posibilidad de perder el empleo en el sector público, a tener reducido el apoyo público a la salud y educación gratuitas, a tener limitaciones en sus pensiones, salarios, vacaciones, a tener que dedicar más recursos financieros al transporte por el aumento de la gasolina, y todo por el interés de Moreno y del gobierno de EE.UU de favorecer a los sectores tradicionales de poder.

No es casual que desde el mismo mes de marzo un 46% de encuestados CELAG opinaba que en Ecuador las órdenes las dictaban los grupos económicos y un 27% más consciente de la historia apreciaba que es el gobierno de Trump quien gobernaba en Ecuador.  En efecto, en todo los procesos interacciona el gobierno de Trump y su equipo completo, en particular el Secretario de Estado, Mike Pompeo, el Subsecretario para A.Latina y la Directora de la CIA por cuanto Ecuador es un eslabón crucial para la estabilidad de su caballo de Troya en A.Latina como es Colombia, y para la posible inestabilidad de otros adversarios como son Venezuela y Bolivia.

Esa comprensión popular relacionada con EE.UU tiene su fundamento en la propia realidad ecuatoriana desde que el entonces presidente Rafael Correa y su equipo comenzaron a impulsar medidas que luego denominaron la “Revolución Ciudadana” y los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama iniciaron, tanto sus acciones contra el gobierno de Correa, como la recolonización de Colombia. Recuérdese que desde alguna de las ocho o nueve bases militares instaladas en Colombia se produjo el ataque militar colombiano a territorio ecuatoriano fronterizo con la justificación de la presencia guerrillera de las FARC y que culminó con el asesinato -mientras dormían- de varios líderes y tropa . Esa afrenta a la soberanía de Ecuador fue solo una de las acciones que contribuyeron a dejar en claro  para la oligarquía colombiana que quien mandaba en el país era EE.UU.  Después, hasta hoy, lo que ha ocurrido con el supuesto presidente de Colombia, Iván Duque, es la consolidación de la nueva colonización por el Gobierno de Donald Trump y su utilización contrarrevolucionaria pues ese país neogranadino tiene amplia frontera con Ecuador y con Venezuela, donde se desarrollan dos procesos de transformaciones sociales (políticas, jurídicas y económicas) con distintos niveles de profundidad, tanto objetivas como en la subjetividad individual y colectiva, y cada una teniendo significados diversos en el curso de los acontecimientos actuales, según la disposición respecto al poder de gobernar que tenga cada uno de sus pueblos. Desde Colombia los EEUU esperan contener a esos dos procesos y lo que ocurre hoy en Ecuador o en Venezuela es consecuencia de ese interés y de sus acciones imperiales derivadas. Pero no solo ello.

Para los gobiernos imperialistas de EE.UU, Ecuador debe ser dominado y controlado militarmente a fin de hacerse del control de sus recursos naturales, petroleros ante todo, de su territorio por ser fronterizo con su neocolonia Colombia a la que debe consolidar como tal. Y en tal sentido, debe fortalecer al capitalismo criollo y sus “aliados” externos, lo cual puede evidenciarse claramente con las medidas acordadas con el FMI pues todas se dirigen a reducir el poder público para favorecer al capital privado, sobre todo transnacional al que es difícil controlar -por ahora- en ningún proceso que inicie transformaciones populares, a no ser que otra potencia emergente se alíe con intenciones de provecho mutuo, como lo hace China con sus inversiones y comercio. Por todo ello, un tercer interés del gobierno de Trump es ir eliminando la presencia económico, financiera y comercial de China en Ecuador, y solo lo podría lograr si mantiene en el poder a un gobierno entreguista y pro-capitalista como el de Lenin Moreno y con una alianza oportunista establecida al calor de las protestas con las cúpulas indígenas, las cuales podrían ser utilizadas por los aparatos de poder de EE.UU contra la Revolución Socialista de Bolivia y el nuevo mandato de Evo Morales, buscando las divisiones de los sectores indígenas que apoyan ese proceso de transformaciones y dificultándole avanzar a un mayor ritmo.

En el caso de Evo Morales que está a punto de reelegirse, la crisis y la represión en Ecuador también podría afectar la votación hacia Evo como consecuencia de esa masa intermedia que al polarizarse la vida política expresada en las votaciones y ella no votaba, se siente afectada por la inmigración, los actos terroristas y las campañas en contra, y se podría decidir por un voto en contra de Evo. En el caso contrario, la crisis ecuatoriana fortalecerá la conciencia de la masa de bolivianos enfocada al socialismo y beneficiada de las políticas sociales de Evo. También, no hay que descartar que la crisis ecuatoriana, enmarcada en lo que se conoció como Tahuantinsuyo o imperio inca,  podría favorecer una cierta emigración del Chachatinsuyo (Ecuador) al Collasuyo (Bolivia) en la que seguramente se insertarán grupos mercenarios en algún plan CIA para desestabilizar Bolivia ahora en las elecciones o luego de ellas. Así pasó con Libia y Gadaffi pues las crisis de Tunez y de Egipto, ocurridas antes de la decisión del Consejo de Seguridad de decretar una zona aérea de exclusión, posibilitaron que dada la generosidad del líder libio se les abriera las puertas a masas de emigrantes tunecinos y egipcios donde se infiltraron comandos que después actuaron con funciones específicas para derrocar al Gadaffi.

La crisis y la forma en que Lenin Moreno y Mike Pompeo, como Secretario de Estado de Trump, la han manejado ha sido propicia para golpear políticamente más fuerte a Correa y a sus seguidores que son los más firmes solidarios con la Venezuela Bolivariana y su presidente constitucional Nicolás Maduro, y también para fortalecer el liderazgo de ciertos componentes de las cúpulas indígenas que contrarresten en lo inmediato los liderazgos correistas mientras que desde el Estado hacen todo lo posible por asesinarlos políticamente mediante operaciones fraudulentas, desde sembrado de drogas hasta acusaciones basadas en hechos fabricados contra ellos: judicializaciones, inmoralidades y violaciones del derecho internacional público, de moda en las actuaciones de las oligarquías y el imperialismo del siglo XXI.

Del lado de las bases populares volcadas a las protestas hay que distinguir la percepción grata y esperanzadora que sienten por el "éxito" que aparentemente les favorecerá, lo cual no parece que será así pues no se debe ignorar que del lado opresor se hará cualquier cosa más por pasar esa página y seguir insistiendo en lo esencial del paquetazo, quizás de forma fragmentada, negociada con ambiciosos con algún poder popular y más enmascarada, mediando en ello toda una campaña desde el poder que elimine de riesgos al Presidente. Todo el desenlace dependerá de cómo las grandes masas del pueblo en rebeldia se reorganicen en Ecuador, sobre todo por los movimientos sociales y que tengan líderes unitarios, concepción clara del tema comunicacional para elaborar adecuadas estrategias de entendimientos, puedan llevar a cabo acciones valederas y enfocadas a transformar la realidad, tomando las experiencias y nuevos conocimientos de Bolivia, Venezuela, Cuba o Nicaragua para transformar las estructuras caducas.



(*) Profesor de las Maestrías en Derecho Internacional Público de la UBV y Política Exterior de Venezuela del IAEDPG; es Master de FLACSO-México y Doctor en Seguridad de la Nación de la UMBV. Es co-Presidente de la Tricontinental de las Relaciones Internacionales y la Solidaridad (TRISOL) para su Planificación, Organización y Desarrollo. Director del Blog http://noticiasvenezolanasymundiales.blogspot.com

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