La
crisis ecuatoriana, los intereses de EE.UU y los procesos de transformación en
Suramérica
Por Ernesto Wong Maestre (*)
Las protestas sociales de carácter masivo de este otoño
latinoamericano en el marco de la crisis ecuatoriana, iniciada desde el primer
momento en que el presidente Lenin Moreno se dispuso a enjuiciar a su
Vicepresidente Jorge Glass y negar así la opinión de la mayoría del pueblo que
lo había elegido, deben comprenderse tanto por lo ocurrido en esta última
manifestación masiva pacífica -fuertemente reprimida- como por su contexto
nacional e internacional y por los intereses, intenciones y estrategias del
gobierno ultraconservador de Donald Trump hacia la subregión andino-caribeña.
No están claramente definidos todos los procesos y subprocesos de
la crisis ecuatoriana aunque las intenciones de los actores involucrados en
ella han quedado expuestos en su mayoría, sobre todo los del Presidente Moreno
de achacar la culpa de todo al gobierno venezolano presidido por Nicolás
Maduro, lo cual es una total falsedad y a los seguidores de Rafael Correa que
además se les califica de “corruptos” e “ineptos” por haber “destruido” la
Nación, valoración que se revierte sobre el propio Moreno quien fue
vicepresidente en los gobiernos del líder de la Revolución Ciudadana.
En el contexto resulta clave comprender que varios sectores del
pueblo salieron a protestar masivamente porque percibieron las consecuencias, para ellos
nefastas, del acuerdo firmado por Lenin Moreno con el FMI desde marzo del
presente año, pero estaban a la espera de su promulgación que ahora ocurrió y
desató la ira, lo que es una cuestión de opinión pública latente que también
conocían, tanto Moreno y su aparato de inteligencia, como el propio
imperialismo por el dominio de las fuentes de internet y su Big Data. Entre esas fuertes motivaciones del pueblo se
manifestó claramente el rechazo popular a la posibilidad de perder el empleo en
el sector público, a tener reducido el apoyo público a la salud y educación
gratuitas, a tener limitaciones en sus pensiones, salarios, vacaciones, a tener
que dedicar más recursos financieros al transporte por el aumento de la
gasolina, y todo por el interés de Moreno y del gobierno de EE.UU de favorecer
a los sectores tradicionales de poder.
No es casual que desde el mismo mes de marzo un 46% de encuestados
CELAG opinaba que en Ecuador las órdenes las dictaban los grupos económicos y
un 27% más consciente de la historia apreciaba que es el gobierno de Trump
quien gobernaba en Ecuador. En efecto, en todo los procesos
interacciona el gobierno de Trump y su equipo completo, en particular el
Secretario de Estado, Mike Pompeo, el Subsecretario para A.Latina y la
Directora de la CIA por cuanto Ecuador es un eslabón crucial para la
estabilidad de su caballo de Troya en A.Latina como es Colombia, y para la
posible inestabilidad de otros adversarios como son Venezuela y Bolivia.
Esa comprensión popular relacionada con EE.UU tiene su fundamento
en la propia realidad ecuatoriana desde que el entonces presidente Rafael
Correa y su equipo comenzaron a impulsar medidas que luego denominaron la
“Revolución Ciudadana” y los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama
iniciaron, tanto sus acciones contra el gobierno de Correa, como la
recolonización de Colombia. Recuérdese que desde alguna de las ocho o nueve
bases militares instaladas en Colombia se produjo el ataque militar colombiano
a territorio ecuatoriano fronterizo con la justificación de la presencia
guerrillera de las FARC y que culminó con el asesinato -mientras dormían- de varios
líderes y tropa . Esa afrenta a la soberanía de Ecuador fue solo una de las
acciones que contribuyeron a dejar en claro
para la oligarquía colombiana que quien mandaba en el país era EE.UU. Después, hasta hoy, lo que ha ocurrido con el
supuesto presidente de Colombia, Iván Duque, es la consolidación de la nueva
colonización por el Gobierno de Donald Trump y su utilización
contrarrevolucionaria pues ese país neogranadino tiene amplia frontera con
Ecuador y con Venezuela, donde se desarrollan dos procesos de transformaciones
sociales (políticas, jurídicas y económicas) con distintos niveles de
profundidad, tanto objetivas como en la subjetividad individual y colectiva, y
cada una teniendo significados diversos en el curso de los acontecimientos
actuales, según la disposición respecto al poder de gobernar que tenga cada uno
de sus pueblos. Desde Colombia los EEUU esperan contener a esos dos procesos y
lo que ocurre hoy en Ecuador o en Venezuela es consecuencia de ese interés y de
sus acciones imperiales derivadas. Pero no solo ello.
Para los gobiernos imperialistas de EE.UU, Ecuador debe ser
dominado y controlado militarmente a fin de hacerse del control de sus recursos
naturales, petroleros ante todo, de su territorio por ser fronterizo con su
neocolonia Colombia a la que debe consolidar como tal. Y en tal sentido, debe
fortalecer al capitalismo criollo y sus “aliados” externos, lo cual puede
evidenciarse claramente con las medidas acordadas con el FMI pues todas se
dirigen a reducir el poder público para favorecer al capital privado, sobre
todo transnacional al que es difícil controlar -por ahora- en ningún proceso
que inicie transformaciones populares, a no ser que otra potencia emergente se
alíe con intenciones de provecho mutuo, como lo hace China con sus inversiones
y comercio. Por todo ello, un tercer interés del gobierno de Trump es ir
eliminando la presencia económico, financiera y comercial de China en Ecuador,
y solo lo podría lograr si mantiene en el poder a un gobierno entreguista y pro-capitalista
como el de Lenin Moreno y con una alianza oportunista establecida al calor de
las protestas con las cúpulas indígenas, las cuales podrían ser utilizadas por
los aparatos de poder de EE.UU contra la Revolución Socialista de Bolivia y el
nuevo mandato de Evo Morales, buscando las divisiones de los sectores indígenas
que apoyan ese proceso de transformaciones y dificultándole avanzar a un mayor
ritmo.
En
el caso de Evo Morales que está a punto de reelegirse, la crisis y la represión
en Ecuador también podría afectar la votación hacia Evo como consecuencia de
esa masa intermedia que al polarizarse la vida política expresada en las
votaciones y ella no votaba, se siente afectada por la inmigración, los actos
terroristas y las campañas en contra, y se podría decidir por un voto en contra
de Evo. En el caso contrario, la crisis ecuatoriana fortalecerá la conciencia
de la masa de bolivianos enfocada al socialismo y beneficiada de las políticas
sociales de Evo. También, no hay que descartar que la crisis ecuatoriana,
enmarcada en lo que se conoció como Tahuantinsuyo o imperio inca, podría favorecer una cierta emigración del
Chachatinsuyo (Ecuador) al Collasuyo (Bolivia) en la que seguramente se
insertarán grupos mercenarios en algún plan CIA para desestabilizar Bolivia
ahora en las elecciones o luego de ellas. Así pasó con Libia y Gadaffi pues las
crisis de Tunez y de Egipto, ocurridas antes de la decisión del Consejo de
Seguridad de decretar una zona aérea de exclusión, posibilitaron que dada la
generosidad del líder libio se les abriera las puertas a masas de emigrantes
tunecinos y egipcios donde se infiltraron comandos que después actuaron con
funciones específicas para derrocar al Gadaffi.
La crisis y la forma en que Lenin Moreno y Mike Pompeo, como
Secretario de Estado de Trump, la han manejado ha sido propicia para golpear
políticamente más fuerte a Correa y a sus seguidores que son los más firmes
solidarios con la Venezuela Bolivariana y su presidente constitucional Nicolás
Maduro, y también para fortalecer el liderazgo de ciertos componentes de las
cúpulas indígenas que contrarresten en lo inmediato los liderazgos correistas
mientras que desde el Estado hacen todo lo posible por asesinarlos
políticamente mediante operaciones fraudulentas, desde sembrado de drogas hasta
acusaciones basadas en hechos fabricados contra ellos: judicializaciones,
inmoralidades y violaciones del derecho internacional público, de moda en las
actuaciones de las oligarquías y el imperialismo del siglo XXI.
Del
lado de las bases populares volcadas a las protestas hay que distinguir la
percepción grata y esperanzadora que sienten por el "éxito" que
aparentemente les favorecerá, lo cual no parece que será así pues no se debe
ignorar que del lado opresor se hará cualquier cosa más por pasar esa página y
seguir insistiendo en lo esencial del paquetazo, quizás de forma fragmentada,
negociada con ambiciosos con algún poder popular y más enmascarada, mediando en
ello toda una campaña desde el poder que elimine de riesgos al Presidente. Todo
el desenlace dependerá de cómo las grandes masas del pueblo en rebeldia se
reorganicen en Ecuador, sobre todo por los movimientos sociales y que tengan
líderes unitarios, concepción clara del tema comunicacional para elaborar
adecuadas estrategias de entendimientos, puedan llevar a cabo acciones
valederas y enfocadas a transformar la realidad, tomando las experiencias y
nuevos conocimientos de Bolivia, Venezuela, Cuba o Nicaragua para transformar
las estructuras caducas.
(*) Profesor de las Maestrías en Derecho Internacional Público de
la UBV y Política Exterior de Venezuela del IAEDPG; es Master de FLACSO-México
y Doctor en Seguridad de la Nación de la UMBV. Es co-Presidente de la
Tricontinental de las Relaciones Internacionales y la Solidaridad (TRISOL) para
su Planificación, Organización y Desarrollo. Director del Blog http://noticiasvenezolanasymundiales.blogspot.com
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