Tendencias actuales en el mundo globalizado
El eje central de la
política internacional de nuestra época
Por
Ernesto Wong Maestre (*)
Un
mundo con los tres mundos en interacción
En el
mundo de hoy, como en ningún otro momento de la historia humana, la complejidad
de las estructuras internacionales o red de relaciones y vínculos, entre
actores de diversa naturaleza, composición y poder, con sus acciones y
operaciones en todos los sentidos y direcciones, alcanza un grado tal que para
su descripción, análisis, síntesis, configuración, comprensión e
interpretación, hasta la computadora china más potente del mundo como la
Tianhe-2 ('Vía Láctea-2') demoraría varios años en procesar lo que varios años
llevaría al ser humano introducir en ella para ordenarlo, clasificarlo,
sistematizarlo y evaluarlo.
Sin
embargo, es innecesaria toda esa labor computacional para comprender e
interpretar ese conjunto de acontecimientos que vienen sucediendo y a veces nos
sorprenden. Sean las revelaciones de Wikileaks, de Edward Snowden o de los
“Panamá Papers”; las crueles ejecuciones y masacres de la Boko Haram o el
Daesh contra familias indefensas; o las propias falsedades cínicas de las
grandes corporaciones mediáticas contra los pueblos que batallan por un mundo
mejor; todas son expresiones de que el mundo de hoy ha llegado a un nivel de su
desarrollo en que sus contradicciones ya están llegando a un estado tal que ni
la neutralización, ni la soluciones clásicas podrán evitar la transformación
estructural o el salto cualitativo de, la llamada por algunos
internacionalistas, “sociedad internacional”.
Para
otros, como Jürgen Habermas, se transformará el “mundo de la vida”. En este
caso, el filósofo alemán posee una visión más integrada de lo
internacional con lo nacional porque es la unidad formada por la cultura, la
sociedad y la personalidad, ninguna de las cuales se conforma y se integran
como sistema ajena a los efectos de la globalización. Pero todo
cambio estructural –entendido como Jean Piaget- siempre está asentado en una
estructura anterior, menos compleja, y nunca ese cambio es de lo blanco a lo
negro, ni es lineal. Siempre hay momentos, épocas o períodos de tránsito que a
veces aparentan retrocesos, según sea el tipo y magnitud del cambio estructural
(en esos “tres mundos” con visión habermasiana más que poperiana) que estemos
estudiando, es decir, el “mundo objetivo”, el “mundo social” y el “mundo
subjetivo”, los cuales están cada uno en plena transición en razón de que la
realidad es dialéctica.
Los
tres mundos en transición
El
panorama internacional que se ha venido configurando en los últimos cinco años
nos muestra que entre el fin del “Siglo XX Corto” llamado así por el
historiador británico Eric Hobsbawm, cerrado a fines de los 80 y el inicio de
esta segunda década del siglo XXI, hay veinte años donde la
humanidad y sus actores internacionales desencadenaron varios procesos
económicos, financieros, políticos y comerciales que para el actual momento han
generado varias tendencias internacionales muy características de un cambio
sustancial del “sistema internacional”, ese que fue descrito, entre otros, por
el estructural-funcionalista Karl Deutsch en la década de los 70 o por los
especialistas de la teoría de la Dependencia, o el analizado por Emmanuel
Wallerstein en su reflexión Sistema-Mundo, aunque éste eminente
investigador ya había comenzado a distinguir ciertas evidencias de
significativos cambios estructurales expresadas en su teoría de Economía-Mundo.
Está
ocurriendo un tránsito de sistemas internacionales o de economías-mundo
al mismo tiempo del tránsito de sistemas sociales en los marcos del
Estado Nacional pero fuertemente impactado por las operaciones globales,
precisamente por esa unidad que se da entre lo internacional y lo nacional. El
“mundo de la vida” es uno e indivisible en su totalidad concreta.
Mencionemos
algunas tendencias de ese “mundo de la vida” manifestado como “sistema” donde
es difícil abstraerse o aislar lo externo de lo interno, y lo aparentemente
grande de lo aparentemente pequeño. En esta necesidad dialéctica para
comprender la propia realidad, las propuestas epistémicas del filósofo de la
praxis Karel Kosik resultan claves quien sugirió distinguir de esa apariencia
real, aquello que es medular o significativo para el estudio de una
problemática e ir por aproximaciones sucesivas configurando las estructuras
claves y relacionándolas con otras. Mediante ese método se puede arribar a
ciertas conclusiones de donde, entonces, se debe partir para continuar tratando
de llegar a esa totalidad concreta que es la realidad. Totalidad concreta y
pseudoconcreción se van configurando paralelamente, única forma de evitar una
de las paradojas de la teoría de los sistemas.
La
contradicción clave del poder mundial y formas de expresarse
Veamos.
Una de las tendencias en el mundo globalizado de hoy y de mayor magnitud puede
configurarse en torno a la contradicción entre EEUU-aliados y la Organización
de Cooperación de Shanghai (OCS), que está en pleno crecimiento, liderada por
la alianza sino-rusa. El incremento de la membresia de esta última, con la
entrada de India y Pakistán, la elevación de sus volúmenes de producción y
capitales, de territorios y poblaciones, y de potencia nuclear, ha hecho variar
la correlación internacional de fuerzas entre ambos conjuntos de actores, con
tendencia a inclinarse esa en contra de EEUU. Tal tendencia se fortalece
paradójicamente con otra derivada de las estrategias del imperialismo europeo y
norteamericano, en crisis multidimensional, para fortalecer sus operaciones
neocoloniales, reconquistar su antiguo traspatio al sur del Rio Bravo y tratar
de competir con la OCS, ante diversos avance de sus miembros en Asia, África,
América Latina y Europa. Este juego de contradicciones constituyen la clave más
significativa en el curso de los acontecimientos mundiales.
Para
algunos estudiosos, como Federico Vásquez de Le Monde Diplomatique, la región
latinoamericana comienza a sufrir los embates de la crisis económica del
capitalismo estadounidense, a partir de 2013 y 2014, cinco años después que
revienta la crisis financiera de 2008 en el corazón del imperio. Este investigador
se pregunta “¿Cuándo empezó a cambiar el panorama que hoy nos devuelve una
imagen regional tan distinta, con un gobierno de derecha en Argentina, una
crisis institucional y política en Brasil, una economía evaporada en Venezuela
y hasta una derrota del mismísimo campeón de elecciones, Evo Morales?” (1).
La
contradicción clave en América Latina y El Caribe
Ese
“cuándo”, contestarlo en el mundo de hoy, no es una tarea fácil, pero, sin dudas,
está relacionado con el tiempo en que las transformaciones revolucionarias en
Venezuela (1999-2004) condicionaron el fortalecimiento del proyecto emancipador
del Comandante Hugo Chávez y éste proclamara para Venezuela, iniciándose 2005,
la vía socialista como la esperanza, luego de que en diciembre de 2004 creara
junto al Comandante Fidel Castro la entonces Alternativa, luego Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Con ello
comenzó a elevarse el nivel de esa toma de conciencia de los pueblos
latinoamericanos de que sí se podía vencer a los tradicionales partidos
políticos, causantes de tanta miseria e infelicidad en los pueblos, mediante
las elecciones, aún cuando no se tuviera la conciencia suficiente de qué
y cómo hacer para mantener y para sostener el poder, lo que fue aprovechado por
ese imperialismo rapaz y voraz para, tres años después, es decir en 2008,
comenzar por reconquistar los espacios perdidos y golpear a los “eslabones más
débiles” de la cadena formada por los proyectos de gobierno populares de
Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela, Paraguay, Honduras y de los países
caribeños integrantes del ALBA donde hay dinámicas políticas propias y con
ciertas diferencias a los procesos suramericanos.
De ellos,
en donde menos estructuradas estuvieron las fuerzas populares decididas a la
transformación, fueron los gobiernos de Mel Zelaya en Honduras derrocado en
junio de 2009 y de Fernando Lugo en Paraguay, derrocado en junio de 2012. Ambos
fueron las primeras víctimas de las fuerzas ultraconservadoras estadounidenses
que enarbolan la política del “smart power”, de las nuevas estrategias
injerencistas proclamadas por el dúo Obama-Clinton, en el poder desde enero de
2009 y de las negociaciones imperiales entre los grupos políticos
estadounidenses que comprados legalmente por las mega corporaciones desde los
primeros años del siglo XXI se dedicaron a desestructurar el poder de las
tradicionales élites yanquis con el fin de adueñarse del Estado, hasta aprobar
la ley del financiamiento privado de los candidatos, lo que ha sido otra
expresión de la crisis de valores de la nación norteamericana.
Golpes de
Estado a esos dos gobiernos de orientación popular, con una diferencia de tres
años fue toda una proeza de esas fuerzas oscuras ante esos siete u ocho
procesos sociopolíticos antiimperialistas de transformaciones sociales en
países de la región, unos con mayor radicalidad que otros, quienes reaccionaron
fuertemente a través de los entonces órganos o movimientos internacionales emergentes
existentes, sea el Grupo de Río o el Foro de Sao Paulo. Ello pudiera
considerarse una muestra de cómo cambió el mundo en contra de los apetitos
expansionistas estadounidenses expresados en la llamada ALCA.
La
contradicción se incrementa porque la correlación cambia
Pudiera
afirmarse que a partir de asumir en enero de 2009 el gobierno de EEUU por el
dúo Obama-Clinton (todo un símbolo de la capacidad del sistema imperialista
para autorregular su reproducción, adaptarse a los nuevos tiempos y mantener su
hegemonía no solo en muchos países, sino entre las clases acomodadas de todos
los países) fue que se aprecia mejor la otra cara de la confrontación principal
de nuestra época entre EEUU-Aliados y la alianza entre Rusia-China-Aliados, la
de la contraofensiva conservadora neomonroista con tendencias
neoaislacionistas, es decir, una vuelta al monroísmo de ambicionar las
tierras del sur americano y al mismo tiempo ir “aislándose” de los conflictos
en Europa y Asia pero tratando al mismo tiempo de mantener el equilibrio de
poder respecto a la alianza ruso-china, en lo que las negociaciones entre las
grandes corporaciones no dejan de desempeñar un rol significativo.
El primer
lugar escogido para ello fue la ofensiva sobre Libia y con ella eliminar uno de
sus principales obstáculos, Muamar el Gadafi, quien controlaba los hilos del
poder de gran parte de África Sahariana. En solo ocho meses del 2011 se
desvaneció ese poder, con el cruel asesinato de corte imperial del líder libio
bajo los bombardeos de la OTAN y del típico “enjambre social” a escala nacional
sugerido por los tanques pensantes del Pentágono para desestructurar la Gran
Jamahiriya Árabe Libia Popular y Socialista.
Después de
alcanzar ese objetivo geopolítico en Libia que favoreció la penetración de la
OTAN en más del sesenta por ciento de los países del norte centro de África, y
crear ciertas condiciones en Suramérica a través de los grandes centros
financieros, fondos buitres y sus redes mediáticas, comenzó la
contraofensiva del imperialismo estadounidense y de su gobierno sobre nuestra
región. El último golpe de Estado lo promovieron –como se apuntó antes- en
junio de 2012 en la triple frontera, con el control sobre Paraguay (el punto
más céntrico para controlar el tablero del poder suramericano), y
paralelamente, aprovechando el debilitamiento de la estabilidad en Venezuela a
causa de la grave enfermedad y posterior muerte de Chávez, el imperio prosiguió
creando condiciones para mejorar sus posiciones, sea en Chile con Sebastián
Piñera, fortaleciendo a Santos en Colombia, conquistando a Ollanta Humala en
Perú, congraciándose con inversiones en Uruguay o financiando a viejos
camajanes políticos de corte socialdemócrata como Vargas Llosa o Felipe
González para injerenciar, a través de ellos, en las naciones que le son
incómodas y tratar de fortalecer mediáticamente a candidatos políticos que
nunca han hecho nada por sus pueblos.
A partir
de ahí, el imperialismo y su Complejo Militar-Financiero- Comunicacional
(CMFC) intensificaron aún más sus agresivos planes de poder inteligente,
comenzando la ofensiva tridimensional contra el presidente Nicolás
Maduro y contra el grupo formado por Brasil, Rusia, India, China y
Suráfrica, conspirando solapadamente en contra del gobierno brasileño de
Dilma Rouseff y del gobierno surafricano de Jacobo Zuma, los dos eslabones más
débiles del grupo BRICS. Y al mismo tiempo, fortaleciendo la Alianza del
Pacífico en tanto debilita a su más fuerte competidor como es Mercosur,
torpedeando la gestión de la incómoda Cristina Fernández hasta lograr poner a
su lacayo Mauricio Macri como Presidente de Argentina, para entonces centrarse
en llevar a un posible juicio político a la presidenta Rousseff.
Igualmente,
lograr con sus lacayos bolivianos que Evo Morales no pueda reelegirse y
mantener el jaque sobre el gobierno ecuatoriano de Rafael Correa o la presión
del “poder inteligente” contra la Revolución Cubana mediante una estrategia que
–dicho sea de paso- le puede resultar altamente costosa a mediano plazo al
imperio, dadas las alianzas estratégicas de Cuba con Rusia, China, India
y otras potencias emergentes vinculadas a la OCS, y la decisión de un pueblo
fidelista y guevarista que por varias generaciones aprendió a no confiar en el
imperialismo “ni un tantito así”.
El
imperio extrae enseñanzas y las convierte en nuevas conspiraciones
En la
realidad concreta, el “smart power” de Obama-Clinton aprovecha, para sus
ambiciones como imperio, las contradicciones internas de las naciones
que radican en tratar de asumir el modelo político del socialismo del siglo XXI
pero sin llevar a cabo las necesarias transformaciones jurídicas, políticas y
económicas que garanticen la sostenibilidad del poder popular en el tiempo
necesario para que la población logre concientizarse en todo lo que significa
asumir el poder de gobierno pues con solo algunos o muchos proyectos de
beneficio social no es suficiente para vencer en esa guerra
"avasallante" tridimensional (violenta-financiera- mediática) que
desata el dúo imperio-burguesía contra los pueblos, como lo alertaron Ana
Esther Ceceña o Atilio Borón recientemente en el Encuentro de Intelectuales por
la Humanidad de Caracas.
Lamentablemente,
aún no se ha desarrollado la plena conciencia de los jóvenes líderes
latinoamericanos y sus seguidores (a veces convertidos de la noche a la mañana
en gobierno, y formados bajo los cánones y restricciones neoliberales impuestas
en las universidades desde las décadas de los ochenta y noventa) de lo inútil
que son, para poder hacer las transformaciones socialistas profundas, las
herramientas del conductismo enajenante, del pragmatismo filosófico de
naturaleza utilitarista, del positivismo lógico antisocial o del empirismo
cortoplacista y reduccionista que afectan las decisiones políticas, económicas,
comunicacionales, culturales y hasta militares. Solo la dialéctica marxista
enriquecida por diferentes corrientes políticas e ideológicas seguidoras de
Carlos Marx, Vladimir Ilich Lenin, Mao Tse Tung, Juan Carlos Mariátegui, Ho Chi
Minh y Fidel Castro, y con los aportes marxistas de Hugo Chávez, quien incursionó ontológicamente en el mundo
de la intersubjetividad, podrá dar más cohesión teórica y convención
comunicacional al proceso de transformaciones y poder llegar a entendimientos con
todo el pueblo que conduzcan a consensos de la acción coordinada de carácter
tridimensional para la defensa integral.
Las nuevas conspiraciones imperiales y la
necesidad de apoyo simétrico
Pero si
algo ha detenido el ritmo de la contraofensiva imperialista sobre América
Latina y El Caribe ha sido la elevación del intercambio y las negociaciones
entre los proyectos populares de gobierno de orientación socialista y los
gobiernos de China y Rusia principalmente, aunque sin dejar de reconocer
también el avance de las relaciones con Irán, la India, Vietnam, Bielorrusia, e
incluso con otros países de Europa, Asia y África. De todo ello, la Cumbre
CELAC-CHINA con sus acuerdos y el incremento lógico del intercambio militar con
Rusia, fueron los dos factores que más aceleran los planes injerencistas e
intervencionistas de EEUU en nuestra Región, pero por otro lado, son los
factores externos más significativos para que América Latina y El Caribe puedan
consolidar sus independencias antes de que el imperio logre con sus aliados
burgueses consolidar gobiernos de corte fascistas o llevar al caos a nuestros
pueblos, tal y como lo ha logrado en otras latitudes.
En el
siglo XXI la “insubordinación fundante” para consolidar las independencias de
las naciones, de la que nos sugiere Marcelo Gullo tiene, sin dudas, ahora en el
siglo XXI la necesidad de un componente
externo de apoyo simétrico o determinante para poder enfrentar con éxito a esa
fuerza imperial que nos quiere volver a subordinar a sus intereses. Pero
tampoco es suficiente la ayuda externa porque sin transformaciones profundas
internas que hagan doblegar a la burguesía se diluye el apoyo externo y termina
imponiéndose el dúo imperio-burguesía criolla.
En conclusión, seguirá siendo la
contradicción entre el polo EEUU-Aliados y el polo Rusia-China-Aliados el eje
en torno al cual todas las mega corporaciones se reacomoden y los pueblos
puedan decidir más libremente, pero siempre que surja la nueva correlación
mundial de fuerzas que se incline por la vía de la paz más que por la vía de la
guerra. Ella condicionará la conformación, por parte de todos los actores, del
nuevo “mundo de la vida” de las próximas décadas.
(1) Vázquez, Federico (2016). La crisis del posneoliberalismo.
Causas del retroceso de los ciclos progresistas. Original en Le Monde
Diplomatique. Consultado en rebelión.org el 5 de abril de 2016.
(*) Internacionalista y
politólogo. Fundador de la Maestría en Relaciones Internacionales de la UMBV.
Profesor del Seminario África de la EEI-UCV. Conferencista en universidades de
Venezuela y México. Analista en programas de televisión y radio. Presidente de
Planeación, Organización y Desarrollo de la Tricontinental de las Relaciones
Internacionales y la Solidaridad (Trisol). Editor y comunicador.
@ProfeWong,
www.profewong.blogspot.com
www.profewong.blogspot.com
1 comentario:
Excelente texto, con un análisis muy profundo y realista de nuestra situación como suramericanos frente a ese gran monstruo llamado mundo el Imperialismo Norte Americano.El Comandante Chavez nos dio todas las claves para avanzar en nuestro proceso de verdadera Independencia y Soberanía Nacional e Internacional pero concurso con ud. apreciado Profesor Wong "aún no se ha desarrollado la plena conciencia de los jóvenes líderes latinoamericanos...". Se han hecho esfuerzos gigantes en esa área de la formación y estudio a través de los nuevos programas de educación universitaria, con contenidos altamente relacionados con nuestra historia y nuestras luchas pero aun nuestros lideres que están al frente dirigiendo estos importantes procesos dentro de la revolución le dan poca importancia a los procesos formativos necesarios para entender y trasmitir al pueblo en términos sencillos la estrategia imperial, por eso hoy mas que nunca seamos como nuestro Gigante Hugo Chavez, un estudioso igual que ud de este fenómeno llamado Imperialismo Norte Americano.
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