LA DIALÉCTICA POLÍTICO-COMUNICACIONAL Y
LAS AGRESIONES CONTRA VENEZUELA
Por Ernesto Wong Maestre (*)
Como todos los domingos, en la mañana del
pasado 18 de enero nos preocupamos por reflexionar junto a José Vicente Rangel
y su entrevistado, sobre todo quienes hemos estado dispuestos y ocupados en
transformar la sociedad y el Estado como proyecto de vida, desde que tenemos
“uso de razón”, en cualquier lugar en que hemos estado viviendo, realizándonos
como ciudadanos de la Patria Grande. Doy gracias por ello a mis estudiantes de
la Maestría con quienes también reflexiono acerca de estas ideas, como diálogo
necesario más no suficiente para alcanzar ese desideratum socialista.
El
primer contraste
De la entrevista de esta mañana a Eleazar
Díaz Rangel surgieron varias reflexiones, como por ejemplo, acerca del
contraste entre la inquietud de “qué debe hacer el Presidente” y el hecho real
del rechazo social muy mayoritario de no aceptar la violencia propuesta por
quienes se abrogan el derecho a hablar por la oposición contrarrevolucionaria.
Es un contraste que obliga a la reflexión de los presupuestos de la inquietud o
interrogante pues ella presupone búsqueda de alternativas a lo que se está
decidiendo desde las altas esferas del gobierno, lo cual significa reconocer
que hay cierta ignorancia en los mandos respecto a qué hacer, lo cual no
creo, sino más bien creo que la problemática se centra en cómo hacerlo y en mucho
menor grado de por qué hacerlo.
Del cómo
hacer el socialismo en las condiciones venezolanas solo los venezolanos y
venezolanas podrán responderlo en cada etapa consolidada del proceso. De cómo parar un golpe de Estado, de cómo
enfrentar el sabotaje de la industria petrolera, de cómo construir la propiedad socialista en medio del capitalismo no
hegemónico pero influyente, o de cómo
vencer en la guerra económica que impone la burguesía, ya se viene
comprendiendo y exponiendo en diversos foros en el proceso Bolivariano y que
servirá de experiencias a otros procesos en otras partes del mundo.
En ese sentido fue muy atinado Díaz Rangel
en recordar el estado actual de la opinión pública venezolana respecto a rechazar la vía de la violencia. Por ello
considero que en el abanico de alternativas expuestas de cómo podría expresarse
eso en una futura elección habría que partir precisamente de ese rechazo
generalizado a la violencia y de su concepción genética, es decir, de cómo se
originó y fue desarrollándose en los últimos quince años, con lo cual se podría
reconocer el salto cualitativo que ha dado la formación y cierta consolidación
de la conciencia social bolivariana. Y
de allí podríamos preguntarnos, por ejemplo, ¿la forma de concebir las tareas y
desarrollarlas –por ejemplo en nuestro PSUV- ha sido correspondiente con el
salto cualitativo de la conciencia social bolivariana alcanzado durante las
casi veinte victorias electorales?.
La
triada de valores
Debe recordarse cuando Bolívar expuso en el
famoso Congreso de Angostura que el ciudadano fundador de República debía ser
virtuoso, patriota valiente y talentoso. Allí no le estaba hablando a las
tropas iniciales que convocó para lanzar la guerra de independencia, no, allí
se estaba dirigiendo ya –después de
varios años de formación patriótica- a los representantes del Pueblo y a la
ciudadanía misma, penetrados ambos por los intereses precapitalistas y
capitalistas de la época. Bolívar fue dialéctico por esencia porque fue un
permanente estudioso de la realidad concreta, de lo contrario no hubiera
llegado a ser el Libertador de América. A eso nos sigue convocando Bolívar y
así lo interpretó magistralmente el Comandante Supremo Hugo Chávez quien nos
formó en esa dirección estratégica. Así lo ha reconocido el Presidente Nicolás
Maduro y todos debemos cooperar por hacer realidad las virtudes, el patriotismo
y la inteligencia que nos demanda “el sentido del momento histórico” actual.
Es decir, la construcción del socialismo
bolivariano se hace cada día de forma más consciente, lo que significa que se
ha ido desarrollando más el pensamiento crítico que exhibió el Comandante
Supremo Hugo Chávez. Hay más críticas
porque hay más conciencia y hay más libertad de expresión, esa es la realidad.
Pero la crítica –dada su masividad- debe saber canalizarse con mayor
efectividad y eficiencia, aún mejor que en otros procesos donde los medios de
comunicación de la contrarrevolución están disminuidos al mínimo. Y esos
canales pasan por las organizaciones y movimientos sociales que deben hacer más
vida colectiva de debate, de planeación de acciones unitarias, de elevar
sistemáticamente las reflexiones críticas y recibir respuestas oportunas,
firmes e inteligentes. Por algo Bolívar tenía al talento al nivel de las
virtudes y del patriotismo valiente. Eran y son las tres aristas esenciales del
liderazgo bolivariano ejercido desde la cumbre hasta en el barrio, y desde los
Andes hasta en la Amazonía, portando un tipo de discurso transformador
socialista estructurado según la práctica discursiva social de los fundadores
de las Repúblicas y con el contenido que demanda cada momento y situación
histórico-concreta, donde lo local se interrelaciona con lo nacional e
internacional.
Destruir
la trampa contrarrevolucionaria
Si se acepta la anterior conclusión y de
que hay una política comunicacional pero falta su aplicación más efectiva,
estamos obligados a reconocer la necesidad de no caer en la trampa ideológica
de la contrarrevolución (“la crisis es producto del socialismo” o “resultado de
la mala gestión del Gobierno”), lanzada con sus declaraciones, artículos de
opinión de sus pseudointelectuales y por la vía inductivista del twitter contra
el pensamiento racional dialéctico que nos exigió tener Chávez (muy difícil de
exponer en 140 caracteres). ¿Cómo asumir ese reto tramposo siendo herederos de
Bolívar y Chávez?¿cómo debe aplicarse la política comunicacional y qué
requisitos mínimos deben reunir los ejecutores de la política comunicacional
para que sea efectiva?. Son interrogantes sobre las cuales los bolivarianos
podrían hacer buenos aportes.
Si alguna filosofía exigió el bolivariano
Comandante Supremo tener en esta etapa de tránsito del capitalismo al
socialismo fue la Filosofía de la Praxis que es esencialmente dialéctica como
lo es la propia realidad concreta. Todo está en transformación y por ser un
sistema social altamente complejo, las transformaciones son de varias
direcciones: antagónicas, no antagónicas y complementarias. De los saltos
cualitativos en el sistema social tenemos como evidencias, no solo ese nivel
más elevado de la conciencia social, sino la propia correlación de fuerzas políticas
y económicas que se ha ido configurando a favor del ideal bolivariano
socialista y en la cual los acuerdos, convenios y conversaciones
internacionales tienen alta significación estratégica, quiéralo o no la
contrarrevolución antibolivariana.
¿Cuál es el consenso contrarrevolucionario
que guía a la oposición respecto a la meta del año?: tratar por todos los
medios que la población electoral se comporte negativamente hacia el Gobierno
Bolivariano y elija a candidatos ajenos al Gran Polo Patriótico quienes serán
los encargados de promover el golpe de Estado desde el Parlamento.
Para lograr ese consenso
contrarrevolucionario, sabiendo que los futuros candidatos de los partidos del
GPP (PSUV, PCV, UPV, PPT, Podemos, Tupamaro, Redes, MEP, entre otros) están
comprometidos con el Pueblo, los cabecillas antibolivarianos estiman
tácticamente que se debe achacar los problemas de abastecimiento (creados por
ellos mismos), no a esa conducta especulativa, acaparadora y contrabandista
capitalista, sino a la “corrupción” y a “la mala gestión” gubernamental. Por
ello, con el ánimo de ser veraz no deberíamos ser ingenuos, lo que exige mucha
creatividad e investigación documental para ser profundamente veraz y revelar a
diario que la burguesía parasitaria trabaja en las dos vías: una, engañar
falseando la realidad para ocupar el discurso bolivariano en rebatir la mentira
restando tiempo a los argumentos profundos basados en los logros, y la otra,
actuar con todas sus fuerzas y recursos boicoteando, a como dé lugar, la gestión
bolivariana.
¿Qué hace la directiva
contrarrevolucionaria para lograr su estrategia intermedia?: 1) Alejar y
distanciar al imaginario popular de las evidencias muy palpables y contundentes
que el Gobierno Bolivariano ha venido mostrando en cuanto a especulación,
contrabando y acaparamiento, para lo cual encarga a su red de diversos medios
comunicativos nacionales y extranjeros, a ignorar o falsear diariamente la
realidad. ¿Por qué pueden hacerlo impunemente sin ser sancionados por la ley ni
presionados moralmente por las contra campañas mediáticas?. Y 2) Lograr a través de sus redes activas
desde dentro de las instituciones públicas y usando a aduladores, de mentalidad
“pequeño burguesa” o ilusionados precapitalistas e ignorantes políticos crónicos,
que la “corrupción” y la “mala gestión” tomen forma real y dejen de ser esa
“realidad virtual” de la que José Vicente nos habló desde hace cinco o seis
años atrás. Hacer algo antagónico o cruzarse de brazos ante lo que propone
Maduro es contrarrevolucionario en esta “guerra perpetua” en curso lanzada
contra Venezuela.
Soluciones
y retos
En ese sentido, las ideas de Díaz Rangel de
tener “una política comunicacional” es una verdad a todas voces, y también lo
es lograr tener cuadros dirigentes inteligentes y comprometidos que cumplan con
lo acordado por el Presidente y su equipo de gobierno. Ambas ideas son lógicas
y han sido debatidas –estoy seguro- en el seno de la alta dirección política
con expresiones en la propia realidad de los últimos veinte meses. Si bien son
lógicas, estás también deberían ser complementarias y en ningún caso debe
pensarse en prelación o subordinación pues son interdependientes, aún cuando la
comunicación es el proceso social transversal más significativo en el proceso,
de ahí las competencias del liderazgo de Chávez y las capacidades que logró
desarrollar en el Bloque Histórico bolivariano en medio de las complejas
circunstancias políticas, económicas y jurídicas.
Lo que ocurre, tal y como lo avizoró el
líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, en el discurso del Estadio
Nacional de Chile en 1972, meses antes del criminal golpe de Estado contra
Salvador Allende, es que la burguesía también ha “aprendido la lección” con las
experiencias y ha generado nuevas estrategias intermedias y nuevas tácticas en
su camino hacia la retoma del poder político. Incluso, en Chile, Fidel afirmó
que la burguesía había aprendido más rápido que el pueblo. Y ello fue así
porque el proceso chileno revolucionario llevaba apenas dos años de iniciado
pero en Venezuela la burguesía se ha enfrentado electoralmente al pueblo en
casi dos decenas de ocasiones y en todas el pueblo consciente les dio una
lección patriótica, incluso cuando las reformas constitucionales propuestas en
el 2007, ganadas después en 2009 por el pueblo al ser esas centradas y más
coherentes con el pensamiento estratégico de Chávez. Recientemente, en la andanada violenta
lanzada tras bambalinas por la burguesía, en lo que se conoce como “las
guarimbas”, esa oligarquía fue derrotada ejemplarmente por todo un pueblo
pacífico pero armado.
¿Por qué presuponer ahora, linealmente, que debido a las largas
colas habrá un comportamiento electoral antagónico si cuando el sabotaje
petrolero, existiendo menos dinero en la familia, teniendo en ciernes la
formación político-ideológica y careciendo de apoyos externos, el pueblo supo
elevarse en dignidad y dar su aprobación contundente al incipiente
bolivarianismo como doctrina cívico-militar?.
Hay que reconocer de ahí que, si bien el
pueblo supo deslindar muy claramente en que en el sabotaje estaba la causa de
la crisis, también la burguesía ha aprendido a no vociferar ni vanagloriarse
directamente de su acción ilegal o anticonstitucional, como lo hicieron sus
voceros Carlos Ortega y la camarilla de Fedecámaras hace una década atrás, algo
que los jóvenes de hoy deben conocer y que debe estar concebido en la
aplicación de la política comunicacional.
Hoy, los actuales voceros como Miguel E.
Otero, Antonio Ledesma, Corina Machado y Henrique Capriles, cabezas de clanes
proimperiales, esconden sus intenciones detrás de frases y llamados dirigidos a
golpear las creencias, no los hechos evidentes y logros populares del
bolivarianismo que prefieren generalmente ignorar. Por ello es que al aplicar las políticas comunicacionales
debe saber reforzarse las creencias en la Revolución y en los líderes. Y debe
hacerse no repitiendo o llenando el discurso (político, periodístico,
académico) con lo que dicen esos antipatriotas, ni imponiendo ideas, como lo
hacen desde la oposición que no tienen la razón ni la verdad, sino hacerse con
razonamientos profundos, bien meditados en sus enlaces y entrecruzados con los
valores y principios heredados de Chávez como síntesis del pensamiento
bolivariano.
El
imperio saca sus conclusiones
Pero también el imperialismo yanqui ha
aprendido de las lecciones, no sólo de América Latina, sino de todos los países
donde intervienen, donde se entrometen en los asuntos internos o donde
bombardean violando los derechos humanos. Las últimas manifestaciones de ese
intervencionismo fueron el estilo público y trasfondo imperial de Obama al: 1)
Comenzar a “normalizar” las relaciones diplomáticas con Cuba (tema tratado por
quien escribe este artículo en “Bastiones de la Cubanía ante el smart power de
Obama”; 2) Aprobar una Ley contra el Gobierno soberano de Venezuela y 3)
Continuar con las campañas publicitarias contra los dirigentes chavistas, como
hacen ahora contra el Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. El
análisis profundo nos conduce a reconocer que tales acciones tienen el mismo
fin: tratar de poner fin al régimen socialista en construcción.
Esa Ley y campaña contra Venezuela,
expresión de la visión actual de las fuerzas reaccionarias crecientes del
Pentágono en el Gobierno, podría ser resultado de la exigencia que el sector
guerrerista de EEUU le hace a los otros sectores o lobbys para dar su
aprobación a cambio de otras decisiones en las cuales necesita la aprobación
presidencial como es el caso de Afganistán o Irak donde el sector guerreristas
del Complejo Militar-Financiero-Comunicacional saca cuantiosas ganancias.
Tal norma de nivel congresional encaja
perfectamente en la táctica del "enjambre social" a crear en
coyunturas preinvasivas. Apoyado en esa Ley, el CMFC de EEUU pretende ejercer
presión para que las fuerzas de defensa venezolanas se abstengan de disolver a
cualquier "enjambre" que pudieran lograr crear sus agentes
infiltrados, que cuentan con apoyo satelital e Internet y este enjambre
desencadene muertes, luego usadas como motivos en ONU para “detener los
crímenes”, y finalmente logre su objetivo de tumbar al gobierno o de crear esa
incipiente guerra civil que justifique una invasión imperial para “detener los
sangrientos hechos del régimen” como ocurrió en Yugoslavia o Libia.
La ley encaja perfectamente en el modelo de
estudio expuesto recientemente en el II Foro A Dónde va el Mundo de Hoy, en
Parque Central, con la ponencia sobre “La dominación de la OTAN sobre Libia”.
Contra ese país africano se usó, entre otros tipos de herramientas, la técnica del “enjambre social” ligada a la
hiperconectividad por internet y el uso de los satélites para intervenir las
emisoras nacionales y enviar programas subversivos a manera preparatoria de una
invasión y para localizar focos de resistencia,
o de crear “una zona de exclusión aérea” para luego bombardear ciudades
y poblados.
Como conclusión puede afirmarse que en
donde hay verdaderas revoluciones las leyes imperiales extraterritoriales no
aterrorizan a nadie porque está el pueblo en el poder y con “cojones”, tal y
como dijo nuestro Chávez en aquella millonaria concentración popular, o como
exclamó Fidel y el pueblo cubano centenares de veces frente al Imperio
recordando al insigne General cubano con sangre venezolana, Antonio Maceo:
¡Quien intente apoderarse de nuestra tierra, recogerá el polvo de su suelo
abnegado en sangre, si no perece en la contienda!.
(*) @ProfeWong. Docente, investigador y
Co-Presidente de Trisol.
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