sábado, 15 de agosto de 2015

La dialéctica político-comunicacional y las agresiones a Venezuela



LA DIALÉCTICA POLÍTICO-COMUNICACIONAL Y LAS AGRESIONES CONTRA VENEZUELA
Por Ernesto Wong Maestre (*)
Como todos los domingos, en la mañana del pasado 18 de enero nos preocupamos por reflexionar junto a José Vicente Rangel y su entrevistado, sobre todo quienes hemos estado dispuestos y ocupados en transformar la sociedad y el Estado como proyecto de vida, desde que tenemos “uso de razón”, en cualquier lugar en que hemos estado viviendo, realizándonos como ciudadanos de la Patria Grande. Doy gracias por ello a mis estudiantes de la Maestría con quienes también reflexiono acerca de estas ideas, como diálogo necesario más no suficiente para alcanzar ese desideratum socialista. 
El primer contraste
De la entrevista de esta mañana a Eleazar Díaz Rangel surgieron varias reflexiones, como por ejemplo, acerca del contraste entre la inquietud de “qué debe hacer el Presidente” y el hecho real del rechazo social muy mayoritario de no aceptar la violencia propuesta por quienes se abrogan el derecho a hablar por la oposición contrarrevolucionaria. Es un contraste que obliga a la reflexión de los presupuestos de la inquietud o interrogante pues ella presupone búsqueda de alternativas a lo que se está decidiendo desde las altas esferas del gobierno, lo cual significa reconocer que hay cierta ignorancia en los mandos respecto a qué hacer, lo cual no creo, sino más bien creo que la problemática se centra en cómo hacerlo y en mucho menor grado de por qué hacerlo.
Del cómo hacer el socialismo en las condiciones venezolanas solo los venezolanos y venezolanas podrán responderlo en cada etapa consolidada del proceso. De cómo parar un golpe de Estado, de cómo enfrentar el sabotaje de la industria petrolera, de cómo construir la propiedad socialista en medio del capitalismo no hegemónico pero influyente, o de cómo vencer en la guerra económica que impone la burguesía, ya se viene comprendiendo y exponiendo en diversos foros en el proceso Bolivariano y que servirá de experiencias a otros procesos en otras partes del mundo.
En ese sentido fue muy atinado Díaz Rangel en recordar el estado actual de la opinión pública venezolana respecto a  rechazar la vía de la violencia. Por ello considero que en el abanico de alternativas expuestas de cómo podría expresarse eso en una futura elección habría que partir precisamente de ese rechazo generalizado a la violencia y de su concepción genética, es decir, de cómo se originó y fue desarrollándose en los últimos quince años, con lo cual se podría reconocer el salto cualitativo que ha dado la formación y cierta consolidación de la conciencia social bolivariana.  Y de allí podríamos preguntarnos, por ejemplo, ¿la forma de concebir las tareas y desarrollarlas –por ejemplo en nuestro PSUV- ha sido correspondiente con el salto cualitativo de la conciencia social bolivariana alcanzado durante las casi veinte victorias electorales?.
La triada de valores
Debe recordarse cuando Bolívar expuso en el famoso Congreso de Angostura que el ciudadano fundador de República debía ser virtuoso, patriota valiente y talentoso. Allí no le estaba hablando a las tropas iniciales que convocó para lanzar la guerra de independencia, no, allí se estaba dirigiendo ya  –después de varios años de formación patriótica- a los representantes del Pueblo y a la ciudadanía misma, penetrados ambos por los intereses precapitalistas y capitalistas de la época. Bolívar fue dialéctico por esencia porque fue un permanente estudioso de la realidad concreta, de lo contrario no hubiera llegado a ser el Libertador de América. A eso nos sigue convocando Bolívar y así lo interpretó magistralmente el Comandante Supremo Hugo Chávez quien nos formó en esa dirección estratégica. Así lo ha reconocido el Presidente Nicolás Maduro y todos debemos cooperar por hacer realidad las virtudes, el patriotismo y la inteligencia que nos demanda “el sentido del momento histórico” actual.
Es decir, la construcción del socialismo bolivariano se hace cada día de forma más consciente, lo que significa que se ha ido desarrollando más el pensamiento crítico que exhibió el Comandante Supremo Hugo Chávez.  Hay más críticas porque hay más conciencia y hay más libertad de expresión, esa es la realidad. Pero la crítica –dada su masividad- debe saber canalizarse con mayor efectividad y eficiencia, aún mejor que en otros procesos donde los medios de comunicación de la contrarrevolución están disminuidos al mínimo. Y esos canales pasan por las organizaciones y movimientos sociales que deben hacer más vida colectiva de debate, de planeación de acciones unitarias, de elevar sistemáticamente las reflexiones críticas y recibir respuestas oportunas, firmes e inteligentes. Por algo Bolívar tenía al talento al nivel de las virtudes y del patriotismo valiente. Eran y son las tres aristas esenciales del liderazgo bolivariano ejercido desde la cumbre hasta en el barrio, y desde los Andes hasta en la Amazonía, portando un tipo de discurso transformador socialista estructurado según la práctica discursiva social de los fundadores de las Repúblicas y con el contenido que demanda cada momento y situación histórico-concreta, donde lo local se interrelaciona con lo nacional e internacional.
Destruir la trampa contrarrevolucionaria
Si se acepta la anterior conclusión y de que hay una política comunicacional pero falta su aplicación más efectiva, estamos obligados a reconocer la necesidad de no caer en la trampa ideológica de la contrarrevolución (“la crisis es producto del socialismo” o “resultado de la mala gestión del Gobierno”), lanzada con sus declaraciones, artículos de opinión de sus pseudointelectuales y por la vía inductivista del twitter contra el pensamiento racional dialéctico que nos exigió tener Chávez (muy difícil de exponer en 140 caracteres). ¿Cómo asumir ese reto tramposo siendo herederos de Bolívar y Chávez?¿cómo debe aplicarse la política comunicacional y qué requisitos mínimos deben reunir los ejecutores de la política comunicacional para que sea efectiva?. Son interrogantes sobre las cuales los bolivarianos podrían hacer buenos aportes.
Si alguna filosofía exigió el bolivariano Comandante Supremo tener en esta etapa de tránsito del capitalismo al socialismo fue la Filosofía de la Praxis que es esencialmente dialéctica como lo es la propia realidad concreta. Todo está en transformación y por ser un sistema social altamente complejo, las transformaciones son de varias direcciones: antagónicas, no antagónicas y complementarias. De los saltos cualitativos en el sistema social tenemos como evidencias, no solo ese nivel más elevado de la conciencia social, sino la propia correlación de fuerzas políticas y económicas que se ha ido configurando a favor del ideal bolivariano socialista y en la cual los acuerdos, convenios y conversaciones internacionales tienen alta significación estratégica, quiéralo o no la contrarrevolución antibolivariana.
¿Cuál es el consenso contrarrevolucionario que guía a la oposición respecto a la meta del año?: tratar por todos los medios que la población electoral se comporte negativamente hacia el Gobierno Bolivariano y elija a candidatos ajenos al Gran Polo Patriótico quienes serán los encargados de promover el golpe de Estado desde el Parlamento.
Para lograr ese consenso contrarrevolucionario, sabiendo que los futuros candidatos de los partidos del GPP (PSUV, PCV, UPV, PPT, Podemos, Tupamaro, Redes, MEP, entre otros) están comprometidos con el Pueblo, los cabecillas antibolivarianos estiman tácticamente que se debe achacar los problemas de abastecimiento (creados por ellos mismos), no a esa conducta especulativa, acaparadora y contrabandista capitalista, sino a la “corrupción” y a “la mala gestión” gubernamental. Por ello, con el ánimo de ser veraz no deberíamos ser ingenuos, lo que exige mucha creatividad e investigación documental para ser profundamente veraz y revelar a diario que la burguesía parasitaria trabaja en las dos vías: una, engañar falseando la realidad para ocupar el discurso bolivariano en rebatir la mentira restando tiempo a los argumentos profundos basados en los logros, y la otra, actuar con todas sus fuerzas y recursos boicoteando, a como dé lugar, la gestión bolivariana.  
¿Qué hace la directiva contrarrevolucionaria para lograr su estrategia intermedia?: 1) Alejar y distanciar al imaginario popular de las evidencias muy palpables y contundentes que el Gobierno Bolivariano ha venido mostrando en cuanto a especulación, contrabando y acaparamiento, para lo cual encarga a su red de diversos medios comunicativos nacionales y extranjeros, a ignorar o falsear diariamente la realidad. ¿Por qué pueden hacerlo impunemente sin ser sancionados por la ley ni presionados moralmente por las contra campañas mediáticas?.  Y 2) Lograr a través de sus redes activas desde dentro de las instituciones públicas y usando a aduladores, de mentalidad “pequeño burguesa” o ilusionados precapitalistas e ignorantes políticos crónicos, que la “corrupción” y la “mala gestión” tomen forma real y dejen de ser esa “realidad virtual” de la que José Vicente nos habló desde hace cinco o seis años atrás. Hacer algo antagónico o cruzarse de brazos ante lo que propone Maduro es contrarrevolucionario en esta “guerra perpetua” en curso lanzada contra Venezuela.
Soluciones y retos
En ese sentido, las ideas de Díaz Rangel de tener “una política comunicacional” es una verdad a todas voces, y también lo es lograr tener cuadros dirigentes inteligentes y comprometidos que cumplan con lo acordado por el Presidente y su equipo de gobierno. Ambas ideas son lógicas y han sido debatidas –estoy seguro- en el seno de la alta dirección política con expresiones en la propia realidad de los últimos veinte meses. Si bien son lógicas, estás también deberían ser complementarias y en ningún caso debe pensarse en prelación o subordinación pues son interdependientes, aún cuando la comunicación es el proceso social transversal más significativo en el proceso, de ahí las competencias del liderazgo de Chávez y las capacidades que logró desarrollar en el Bloque Histórico bolivariano en medio de las complejas circunstancias políticas, económicas y jurídicas.
Lo que ocurre, tal y como lo avizoró el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, en el discurso del Estadio Nacional de Chile en 1972, meses antes del criminal golpe de Estado contra Salvador Allende, es que la burguesía también ha “aprendido la lección” con las experiencias y ha generado nuevas estrategias intermedias y nuevas tácticas en su camino hacia la retoma del poder político. Incluso, en Chile, Fidel afirmó que la burguesía había aprendido más rápido que el pueblo. Y ello fue así porque el proceso chileno revolucionario llevaba apenas dos años de iniciado pero en Venezuela la burguesía se ha enfrentado electoralmente al pueblo en casi dos decenas de ocasiones y en todas el pueblo consciente les dio una lección patriótica, incluso cuando las reformas constitucionales propuestas en el 2007, ganadas después en 2009 por el pueblo al ser esas centradas y más coherentes con el pensamiento estratégico de Chávez.  Recientemente, en la andanada violenta lanzada tras bambalinas por la burguesía, en lo que se conoce como “las guarimbas”, esa oligarquía fue derrotada ejemplarmente por todo un pueblo pacífico pero armado.
¿Por qué presuponer ahora, linealmente, que debido a las largas colas habrá un comportamiento electoral antagónico si cuando el sabotaje petrolero, existiendo menos dinero en la familia, teniendo en ciernes la formación político-ideológica y careciendo de apoyos externos, el pueblo supo elevarse en dignidad y dar su aprobación contundente al incipiente bolivarianismo como doctrina cívico-militar?.
Hay que reconocer de ahí que, si bien el pueblo supo deslindar muy claramente en que en el sabotaje estaba la causa de la crisis, también la burguesía ha aprendido a no vociferar ni vanagloriarse directamente de su acción ilegal o anticonstitucional, como lo hicieron sus voceros Carlos Ortega y la camarilla de Fedecámaras hace una década atrás, algo que los jóvenes de hoy deben conocer y que debe estar concebido en la aplicación de la política comunicacional.
Hoy, los actuales voceros como Miguel E. Otero, Antonio Ledesma, Corina Machado y Henrique Capriles, cabezas de clanes proimperiales, esconden sus intenciones detrás de frases y llamados dirigidos a golpear las creencias, no los hechos evidentes y logros populares del bolivarianismo que prefieren generalmente ignorar. Por ello es que al aplicar las políticas comunicacionales debe saber reforzarse las creencias en la Revolución y en los líderes. Y debe hacerse no repitiendo o llenando el discurso (político, periodístico, académico) con lo que dicen esos antipatriotas, ni imponiendo ideas, como lo hacen desde la oposición que no tienen la razón ni la verdad, sino hacerse con razonamientos profundos, bien meditados en sus enlaces y entrecruzados con los valores y principios heredados de Chávez como síntesis del pensamiento bolivariano.
El imperio saca sus conclusiones  
Pero también el imperialismo yanqui ha aprendido de las lecciones, no sólo de América Latina, sino de todos los países donde intervienen, donde se entrometen en los asuntos internos o donde bombardean violando los derechos humanos. Las últimas manifestaciones de ese intervencionismo fueron el estilo público y trasfondo imperial de Obama al: 1) Comenzar a “normalizar” las relaciones diplomáticas con Cuba (tema tratado por quien escribe este artículo en “Bastiones de la Cubanía ante el smart power de Obama”; 2) Aprobar una Ley contra el Gobierno soberano de Venezuela y 3) Continuar con las campañas publicitarias contra los dirigentes chavistas, como hacen ahora contra el Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. El análisis profundo nos conduce a reconocer que tales acciones tienen el mismo fin: tratar de poner fin al régimen socialista en construcción. 
Esa Ley y campaña contra Venezuela, expresión de la visión actual de las fuerzas reaccionarias crecientes del Pentágono en el Gobierno, podría ser resultado de la exigencia que el sector guerrerista de EEUU le hace a los otros sectores o lobbys para dar su aprobación a cambio de otras decisiones en las cuales necesita la aprobación presidencial como es el caso de Afganistán o Irak donde el sector guerreristas del Complejo Militar-Financiero-Comunicacional saca cuantiosas ganancias.
Tal norma de nivel congresional encaja perfectamente en la táctica del "enjambre social" a crear en coyunturas preinvasivas. Apoyado en esa Ley, el CMFC de EEUU pretende ejercer presión para que las fuerzas de defensa venezolanas se abstengan de disolver a cualquier "enjambre" que pudieran lograr crear sus agentes infiltrados, que cuentan con apoyo satelital e Internet y este enjambre desencadene muertes, luego usadas como motivos en ONU para “detener los crímenes”, y finalmente logre su objetivo de tumbar al gobierno o de crear esa incipiente guerra civil que justifique una invasión imperial para “detener los sangrientos hechos del régimen” como ocurrió en Yugoslavia o Libia. 
La ley encaja perfectamente en el modelo de estudio expuesto recientemente en el II Foro A Dónde va el Mundo de Hoy, en Parque Central, con la ponencia sobre “La dominación de la OTAN sobre Libia”. Contra ese país africano se usó, entre otros tipos de herramientas,  la técnica del “enjambre social” ligada a la hiperconectividad por internet y el uso de los satélites para intervenir las emisoras nacionales y enviar programas subversivos a manera preparatoria de una invasión y para localizar focos de resistencia,  o de crear “una zona de exclusión aérea” para luego bombardear ciudades y poblados.
Como conclusión puede afirmarse que en donde hay verdaderas revoluciones las leyes imperiales extraterritoriales no aterrorizan a nadie porque está el pueblo en el poder y con “cojones”, tal y como dijo nuestro Chávez en aquella millonaria concentración popular, o como exclamó Fidel y el pueblo cubano centenares de veces frente al Imperio recordando al insigne General cubano con sangre venezolana, Antonio Maceo: ¡Quien intente apoderarse de nuestra tierra, recogerá el polvo de su suelo abnegado en sangre, si no perece en la contienda!.

(*) @ProfeWong. Docente, investigador y Co-Presidente de Trisol.

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