¿El Mundo al Revés?
Por
Ernesto Wong Maestre (*)
El medio más
importante para la transmisión del modelo de personalidad más deseable al
hombre común y corriente, es la película cinematográfica.
Erich
Fromm, 1947
A nosotros, los nacidos antes de la década de los ochenta
nos es muy común en nuestros diálogos o expresiones de sorpresas, usar la opinión
“el mundo está al revés” o “está de patas arriba” porque nos resulta increíble algunos
de los hechos o acontecimientos que son de alta significación para la vida
política de muchos países de la más variada ubicación geográfica o composición
étnica.
Sin embargo, en las generaciones también adultas pero menores
a treinta y cinco años que hoy conforman una buena parte del electorado en
muchos países del mundo, con cierta idea de la responsabilidad ciudadana, esas afirmaciones
se formulan más bien en forma de preguntas: ¿está verdaderamente el mundo al
revés? ¿está realmente de patas arriba?.
Mientras, a las generaciones más jóvenes -no de todos los
países del mundo pero si en bastantes- que rondan los dieciocho o veinte años,
nacidas en la década de los 90, la de la unipolaridad casi absoluta, esas
preguntas no le significan mucho, tienen muy poco sentido para ellas porque el
mundo como está, con creencias absurdas y antivalores condenables, le es
“familiar”, y no es para menos, lo han estado viendo y asimilando desde
pequeños, en las películas de acción o de misterio, en los seriales, en las
propias telenovelas y hasta en los comics, y ya forman parte de sus patrones
culturales, algo que se propuso el Pentágono y sus maquinarias culturales para
lograr tener moldeadas las juventudes que luego pudieran llevar a cabo sus
estrategias enmascaradas, sea tras la política exterior o a través de la “ayuda
exterior”, apoyo a fundaciones, o en solapada con una figura “quijotesca” como
la de Gene Sharp, ese personaje cooptado por el Pentágono, quien forma parte de
ese mundo con conciencia falsa, o al revés, que propugna el derrocamiento de
los gobiernos humanistas y populares pero argumentando que son “gobiernos
dictatoriales” y al mismo tiempo preparando a ciertos sectores de jóvenes para
emprender acciones que conduzcan a “enjambres sociales” caóticos, protestas en
escaladas hasta generar muchas muertes, en medio de campañas mediáticas,
bloqueos financieros, diplomáticos y acciones terroristas, hasta alcanzar sus
malsanos objetivos como ocurrió en Ucrania contra Víctor Yanukovich.
Ya Galeano había avizorado el fenómeno. “Al fin del
milenio –dice el insigne uruguayo- el
mundo al revés está a la vista: es el mundo tal cual es, con la izquierda a la
derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies (…) El mundo al revés
premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la
falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo”. Pero allí Galeano, aunque
reconoce que hay toda una “escuela del mundo al revés”, no aborda el por qué
una parte sustancial de la sociedad comparte y defiende ese mundo al revés. Ese
mundo que practica “el arte de engañar
al prójimo, que
los estafadores practican
cazando incautos por las calles,
llega a lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su talento”(1).
¿Qué ocurrió y sigue ocurriendo realmente?¿Qué se les
está induciendo a esas generaciones? ¿Quiénes están provocando que las
generaciones jóvenes acepten tan fácilmente la muerte del prójimo a causa de
dinero o el robo con crimen para poseer un bien de poca monta?¿quiénes son los
responsables de que una determinada ciudadanía apoye políticamente a un
criminal, a un corrupto o a un o una gobernante que abusa con los ancianos y
ancianas al quitarle las pensiones, al desalojar a familias de sus casas o al
reducir los beneficios sociales?¿en qué proceso están inmersas esas generaciones
que son bombardeadas global y psicológicamente para que asesinen a gente
indefensa a miles y miles de kilómetros de sus países o incluso sean capaces de
matar a alguno de sus padres o amigos o compañeros de escuela, sin el menor
remordimiento, a veces por motivos insignificantes?.
Hoy, en medio de la segunda década del siglo XXI, las
evidencias son asombrosas porque apuntan a patrones
culturales globalizados, muy consolidados en esas jóvenes generaciones que
nutren instituciones de todo tipo y con cualquier poder, corporaciones, empresas
privadas de seguridad o militan en partidos políticos del variado abanico
derechista. Vemos como oleadas de jóvenes se enrolan en fuerzas irregulares
para destrozar un rico país como Libia, bombardearlo inclementemente por una
fuerza armada como la OTAN sin ser aprobado por la llamada comunidad
internacional, para luego asesinar con saña al líder agredido, como fue Muhamad
Gadaffi, a sus hijos y nietos, sin que este les haya causado ningún mal, sino
al contrario.
En España, una mayoría de electores eligen y reeligen,
y se deciden por un gobernante corrupto,
como Mariano Rajoy, que también cobija a corruptos y tiene vínculos con el
comercio armamentista como si fuera el comercio de pizzas o de patatas. Vemos aparatos
estatales que aceptan sacar del poder a una honesta Presidenta brasileña, como
Dilma Roussef, acusada por los propios criminales o por los corruptos de gran
escala montados en el poder estatal, y con esos aparatos de represión llegan a avasallar
a las mismas mayorías que la eligieron.
Observamos a parlamentarios elegidos y reelegidos por las
mayorías, que usurpan tranquilamente el poder del Estado con o sin apoyo
militar y ponen a los gobernantes a viajar al exilio, hasta en piyama, como le
ocurrió a Mel Zelaya en Honduras, y el Estado calla, acepta y reprime a las
mayorías inconformes, y los medios de comunicación lo justifican. O colocan al
líder popular en el escarnio público, montándole una operación encubierta
criminal para que aparezca como un gobernante negligente y hasta asesino, como
le ocurrió al Presidente de Paraguay, Fernando Lugo, y después de consumado el
golpe de Estado, todo queda acallado, invisibilizado en cuestión de horas o de
días. Y después van exterminando poco a poco a los líderes de base que habían
consolidado las bases de apoyo de esos gobernantes. Trescientos líderes de base
o periodistas asesinados desde que los corruptos y criminales derrocaron a
Zelaya.
O lo que ocurrió muy recientemente en la desprestigiada
OEA donde en vez de expulsar al funcionario corrupto e inmoral como es Luis
Almagro, se convoca a los gobiernos a conocer “el caso de Venezuela”, para
recriminar a su gobierno y hacerlo aparecer como el acusado, por la simple
disposición de ese funcionario corrupto y no para reconocerle que es el gobierno
que más ha hecho y dado a su pueblo en toda la historia de la Nación. ¿Y qué
poderosa fuerza siempre aparece en todo este mundo al revés que golpea la
razón?.
La realidad es que con el ascenso al poder de EEUU de las
fuerzas ultraconservadoras, al iniciarse la década de los 80 bajo la
presidencia de Ronald Reagan, para enfrentar esa “irrupción de las masas” de la
que menciona Fidel en su Informe de 1975 al PCC, la carga ideológica fundamentalista que nutrió
la plataforma política reaganiana, expresada en los documentos de Santa Fé, condicionó
los lineamientos en política, economía, y sobre todo para la aplicación de las
más variadas herramientas culturales y educativas con las que las generaciones
jóvenes dieran sentidos neoconservadores a sus comportamientos, favorables al
ejercicio de la hegemonía necesaria para
hacer de EEUU la primera potencia global.
Sobre los
anteriores presupuestos ideológicos, sus sistemas de promoción cultural como
Hollywood y su red de productoras, por citar un ejemplo, comenzaron por la
deshumanización de los ídolos de las juventudes, convirtieron a Drácula y a
Frankestein en figuras más humanas que los propios humanos, potenciaron el
prototipo del héroe que no sólo vence a los “peligrosos” apaches o siuxs del oeste sino a también a los seres
extraterrestres como los “allien” que “amenazan a EEUU”, e hicieron miles de
películas que rodaron por el mundo, donde los más bajos sentimientos aparecían junto
a comportamientos inhumanos, justificados con valores ultra individualistas y
siempre a través de un superhéroe como James Bond, o un Rambo invasor o un
renovado Batman que dispone de todas las tecnologías para matar o el ladrón que
escapa luego de un gran robo al erario público o privado para convertirse en un
héroe admirado o quedar como un hábil negociante, siempre en defensa de los
ideales del llamado “modo de vida americano”. Como bien dijo Erich Fromm desde
mediados del pasado siglo, al analizar el impacto de los “héroes” de la
industria cinematográfica: “A pesar de que no se abrigue la esperanza de llegar
a triunfar como ellos, uno puede tratar de emularlos, pues ellos son los santos y debido a su éxito personifican
las normas de vida”.(2)
La industria del cine y sus mega corporaciones fueron potenciadas
financieramente por la mafia gobernante del imperio siempre que cumplieran sus
estándares de producción porque era y es la herramienta cultural que puede
instalarse en las mismísimas casas a
través de la televisión por cable, con el fin de desestructurar a la familia
nuclear en beneficio de la familia corporativa, promoviendo las conductas
ambiciosas, avariciosas, violentas, egoístas y luego, por internet, cruzar
mares y océanos en segundos para seguir moldeando la mente de niños y jóvenes e
induciéndolos a su antojo a rechazar a gobiernos incómodos para el imperio, con
patrones culturales reforzados de mensajes subliminales o directos; usando también
los juegos de guerra, como parte de todo el impulso a la industria armamentista,
y de acciones inhumanas como las batallas en las ciudades contra los zombis
tratando de asemejarlos a los pueblos del sur, contra los que se debe pelear
porque de lo contrario “nos invadirán”. Las imágenes las convirtieron en símbolos y
los símbolos dieron origen a patrones
culturales de comportamiento que se renuevan y refuerzan ahora mediante las
redes sociales y la internet.
Casi cuatro décadas de promoción de los antivalores con
sus patrones culturales correspondientes, a escala global, ha sido el tiempo en que los irresponsables de
las masacres que ocurren en el mundo de hoy o de muertes masivas de emigrantes
huyendo a las guerras de rapiña, siguen engrosando sus riquezas hasta niveles
insospechados. Pero también es el tiempo
en que gran parte de la humanidad, no moldeada psicológicamente, de una u otra
forma ha ido fomentando equilibrios y buscando alternativas, desde aquellos
espacios geográficos donde se les ha puesto freno a esa invasión cultural
mediante las propias culturas no imperiales, de resistencias y acciones
defensivas soberanas.
Hoy desde el sur, diferentes gobiernos han protegido
culturalmente a sus pueblos –como lo estipuló la ALBA-TCP desde su fundación,
pero otros no pudieron, y hoy son vulnerables o quedaron atrapados en el pasado,
en razón de su desorganización y del poderío asimétrico de las burguesías que
se identifica con esos patrones culturales, creencias y antivalores que el
imperio promueve para poder hegemonizar al mundo.
De manera que para esas generaciones que son víctimas de
esos procesos culturales, lamentablemente el mundo no está al revés. Ellas lo
ven normal, es “tal cual es” para ellas. Ese es su “mundo de la vida” con sus
“tres mundos”, diría Jurgen Habermas, con su mundo objetivo o cultura elitesca,
intersubjetivo o social limitado a sus medios privados y su gente de la
burguesía y subjetivo o ese mundo manipulado en su mente por los medios o por
su propia familia corporativa, sosteniéndose un mundo con el otro. Para esas generaciones
al revés, quienes hacen el mal y deben ser eliminados, son quienes defienden su
Patria y son solidarios con otros pueblos. Ellas odian a los ciudadanos y
ciudadanas verdaderamente honestos que luchan para beneficiar a todos y todas,
a los y las que aspiran a un mundo diferente y no a ese mundo al revés.
En la Venezuela de la revolución bolivariana cada bloque
social enfrentado tiene sus propios tres mundos pero la tendencia es que con el
avance de las transformaciones revolucionarias los mundos de la clase burguesa
y sus leales se reduzca paulatinamente y por saltos, ante el avance impetuoso
de la realidad transformada ¿Se fusionarán?¿se complementarán? Nada de eso, se
transformarán hacia el más viable y posible que será uno mejor, más humano, más
solidario, como el que soñaron Simón Bolívar o Simón Rodríguez.
¿Otro mundo es posible?, por supuesto, ya lo están
construyendo. Lo empezó a construir Hugo Chávez. Hoy la Revolución Bolivariana liderada
por Nicolás Maduro junto a Cuba Socialista y los aliados estratégicos marchan
en esa dirección. Son protagonistas del nuevo mundo, del nuevo socialismo, son
los pueblos que van abriendo definitivamente las Grandes Alamedas.
(1) Galeano, Eduardo.(1988) Patas
arriba. La escuela del mundo al revés. Editorial Siglo XXI, México. http://www.ateneodelainfancia.org.ar/uploads/galeanoescuela.pdf
(2) Fromm, Erich (1947).
Etica y psicoanálisis. Editorial Fondo de Cultura Económica, México. 2da
edición en español 1957.
(*) Profesor universitario EEI-UCV, analista internacional,
editor de revistas, diplomático de carrera y actual Presidente de Planeación,
Organización y Desarrollo de TRISOL (Tricontinental de las Relaciones
Internacionales y la Solidaridad).
@ProfeWong
Blog: www.profewong.blogspot.com
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