domingo, 11 de febrero de 2018

Venezolanidad y Latinoamericanismo. La identidad, invariante de la integración.



Venezolanidad y Latinoamericanismo

Por Ernesto Wong Maestre (*)

Introducción

La reflexión desencadenada con la lectura de este artículo, escrito en lo fundamental para el blog Nuestra Venezolanidad (**), sea breve o profunda, laxa o fuerte, fugaz o permanente, internalizada o externalizada, siempre genererá cambios en el conocimiento, ante todo, y en la praxis diaria, esté en un país con sistema político predominantemente capitalista o en una sociedad enfrascada y enfocada a la construcción de otro modo de vida y de producción eminentemente humano, como es el basado en el ideal socialista enarbolado por las revoluciones sociales del siglo XX y XXI que unieron la batalla emancipatoria a la lucha por la independencia, unas para consolidarla como fueron los casos de la revolución bolchevique, china, vietnamita, cubana, bolivariana, sandinista, y otras largas batallas para alcanzarla como es el caso de la angolana, mozambicana, namibiense, guineana o argelina. En ese proceso se desarrolló igualmente la identidad nacional, sin ella  -en al menos la masa crítica que actuó como “chispa” revolucionaria- nunca se hubiera iniciado el proceso revolucionario en cada país, y es solo con la independencia y con los gobiernos nacionalistas que se comienzan a fortalecer los procesos emancipatorios de diferentes estilos y con  diferentes niveles de profundización, para avanzar así hacia una mayor identidad y con ella hacia una nueva y más amplia integración entre los pueblos.

Venezolanidad, Independencia e Integración expresa la esencia de nuestro "mundo de la vida" en plena transformación y en permanente relación con ese otro amplio mundo de la naturaleza donde hay también muchas inteligencias o capacidades de conocimientos en cambios constantes, no sólo en los diversos animales sino en las plantas y en todo aquello que posea la cualidad de desarrollarse, es decir, de pasar de la potencia al acto, como definieron el "desarrollo" y nos legaron los filósofos griegos o asiáticos hace más de 2500 años. A la luz de las nuevas ciencias como la bioinformación apoyada en la nanotecnología, se está en camino de descubrir o conocer realmente que condiciones y capacidades de razonamiento a su nivel de sobrevivencia natural poseen aquellos organismos -de origen animal o vegetal- con capacidad de desarrollarse.

Ya en el ser humano los avances para autoconocerse, autoreconocerse y autocomprenderse han marcado pautas interesantes. Los estudios de la mente humana apoyados en los avances de la informática aplicada al estudio de las estructuras y funcionamiento de las neuronas pronostican la necesidad de construir nuevos paradigmas más integradores en que lo insólito deje de serlo y lo imposible abra paso a nuevas posibilidades de conocer, no solo la mente sino también cómo se comunican entre ellas, aún a largas distancias o sin el típico sonido del habla pero con “imágenes” o “símbolos” incognoscibles hasta ahora que desde hace siglos se les han llamado intuiciones o premoniciones. Estas fugaces ideas están siempre presentes en el ser humano pero cuando éste es un líder o una lidereza revolucionaria sus significados tienen mucha mayor relevancia social en los tres procesos que se integran en la emancipación social: independencia, identidad e integración, como bien lo desarrolla esa interesante y paradigmática obra de la investigadora Mirta Casañas presentada en la última Fería Internacional del Libro de Venezuela (1).

El alba revolucionaria en Venezuela

Con la Revolución Bolivariana se ha constatado lo imbricado que es la afirmación de la identidad nacional y la integración con la independencia de la Nación. Para integrarse realmente, los pueblos deben disponer de gobiernos independientes pues este siempre trabajará por consolidar la identidad nacional para poder crear la identidad e integración regional. En nuestro caso, fortaleciendo la venezolanidad se fortalecerá el latinoamericanismo que al desarrollarse reforzará mucho más las identidades nacionales que le dieron origen e impulso.

Los cambios políticos derechistas logrados en Nuestra América por el poder imperialista han revelado con más claridad no solo las verdaderas intenciones de quienes actúan como lacayos sino las ingentes tareas que deben cumplir los pueblos organizados en movimientos sociales, asociaciones o agrupaciones políticas para fortalecer los procesos identitarios, independentistas y unitarios para reconquistar de una vez y para siempre el poder  político y ejercerlo en función de los intereses de cada pueblo, según sus particularidades objetivas y subjetivas. Hacia esa meta, lo que acontece en Cuba,  Venezuela, Nicaragua, Bolivia u otro país del Alba-Tcp, resultará ejemplarizante en cualquier sentido, sea por acertado o por error. De ambos tipos de ejemplos se deben extraer nuevos conocimientos de cómo hacer la revolución socialista. Ese ideal latinoamericanista-caribeño de los colosos del Alba-Tcp va fraguando con cada proyecto en ejecución y con cada acción humana realizada en cada uno de ellos, y ese ideal, con resultados concretos, impulsará aún más la independencia y la identidad de cada pueblo, amenazada por quienes tratan de detener la marcha inexorable de la historia.

José Martí intuyó desde hace más de un siglo esa alba dialéctica y lo expuso así:
Pueblo, y no pueblos, decimos intento, por no parecernos que hay más que uno del Bravo a la Patagonia. Una ha de ser, pues que lo es. América, aún cuando no quisiera serlo; y los hermanos que pelean, juntos al cabo de una colosal nación espiritual, se  amarán luego.  Solo hay en nuestros países una división visible, que cada pueblo, y aún cada hombre, lleva en sí, y es la división en pueblos egoístas de una parte, y de otras generosos. Pero así como de la amalgama de los dos elementos surge, triunfante y agigantada casi siempre, el ser  humano bueno y cuerdo, así, para asombro de las edades y hogar amable de los hombres, de la fusión en que lo egoísta templa lo  ilusorio, surgirá en el porvenir de la América, aunque no la divisen todavía los ojos débiles, la nación latina; ya no conquistadora, como en Roma sino hospitalaria”. (Idem,67)

El latinoamericanismo es ese conjunto armónico de representaciones sociales que se van compartiendo de forma creciente “para asombro de las edades” por los grupos humanos generosos, buenos, cuerdos y hospitalarios que habitan en Nuestra América y hasta en el sur de Norteamérica, caracterizado por propugnar una estrategia de lucha virtuosa, pacífica por excelencia pero muy firme ante la violencia capitalista, para impulsar un proyecto emancipador socialista inclusivo con todos y todas que lo aprueban o no se oponen a él para enfrentar y vencer al imperio del norte.  

En efecto, todo ello es porque en los tres procesos está incidiendo con determinada fuerza, instrumentos e intensidad esa operación imperial de diversos rostros, intenciones y fines pero con el único interés de apropiarse de las riquezas nacionales  y de otros muchos intereses opuestos a la unidad latinoamericana y a todo aquello que signifique independencia e identidad nacional.

La dialéctica emancipatoria pueblo-imperio y la venezolanidad

Es cierto que la venezolanidad, la independencia y la integración están amenazadas, pero también es real que más peligro corrían antes de surgir la Revolución Bolivariana. Ahora, la venezolanidad e independencia están en proceso de ser salvadas, es decir, de que ninguna fuerza externa ni interna pueda obstaculizar que lo que nació con nuestras fuerzas se convierta en actos propios, actos de nuestras fuerzas y de nuestra inteligencia. La Revolución y el ideal del latinoamericanismo serán las mejores garantías para nuestro desarrollo como Naciones independientes e integradas, ante ese imperio caduco, decrépito y criminal que sigue acechándonos.

Pero la integración latinoamericana y el latinoamericanismo promovido por los pueblos con gobiernos populares se ha afectado en los últimos cuatro años en razón de los gobiernos opuestos a la unidad emancipadora antimperialista ya que no se muestran ni independientes ni con una profunda identidad nacional. Sobre ello hay amplias evidencias hoy en Honduras, Paraguay, Brasil, Argentina, Guatemala,  Colombia, Perú, Chile, entre otros, lo que les ocasiona grandes conflictos sociales internos.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela aprobada en 1999 por el pueblo rebelde contra el neoliberalismo, expone que "las culturas populares constitutivas de la venezolanidad gozan de atención especial, reconociéndose y respetándose la interculturalidad bajo el principio de igualdad de las culturas"(Art 100), con lo cual deja sentada varias premisas de alta significación para los estudios y la comprensión de lo que significa la venezolanidad.

Por un lado, significa una condición que se posee colectiva e individualmente ya que aquellas culturas populares que la integran interaccionan protegidas jurídicamente por el Estado a través de su Carta Magna, la cual es garante a su vez del principio de "igualdad de las culturas"y de las aplicación de políticas públicas en las fronteras de Venezuela que garanticen en su territorio el desarrollo de "la venezolanidad, el mantenimiento territorial y la soberanía"(Art.157) con lo que se hace patente, tanto la multiculturalidad de que se compone la Nación venezolana, como la necesaria seguridad e independencia que se requiere para sostener y desarrollar la venezolanidad,  como condición de la propia independencia y con ella de la integración latinoamericana.

La venezolanidad en el siglo XXI significa también un estado de la conciencia social que se contrapone al nacionalismo burgués o al chovinismo ultranacionalista de las clases acomodadas dirigidas por la oligarquía vendepatria. Cada día que transcurre en Venezuela cada vez más pueblo reconoce como válido el principio de compartir lo que se tiene y no dar lo que sobra. Cuando el hoy Comandante Supremo y Eterno Hugo Chávez creó la organización Petrocaribe, hizo fraguar al mismo tiempo una nueva ética política, como cualidad de la población revolucionaria que enriqueció y fundamentó la política exterior venezolana, con su desprendimiento material para reconocerse como ser social, compartiendo lo que se tiene y recibiendo a su vez del Otro lo que el Otro tiene y está dispuesto en ofrecer, porque ambos se identifican en que primero es Ser que Tener. Se es solidario o solidaria y se tiene solidaridad, se es honesto u honesta y se tiene dignidad. Se es humano y se tiene capacidad para hacer la Revolución que es lo opuesto a pensar en tener riqueza para poder ser alguien en la vida con virtudes, talento y valentía o patriotismo como lo exigió el Libertador de América, Simón Bolívar (3).

La venezolanidad, como construcción hegemónica, es la identidad de todos y todas que son humanos, honestos y solidarios, ampliamente intercomunicados porque se reconocen como comunes (2) en la Venezuela del siglo XXI que construye un mundo mejor y una Patria donde impere la dignidad y el permanente ímpetu revolucionario para la transformación de las estructuras que sean necesario cambiar.

Por todo ello, en la Ley Plan de la Patria todos sus Objetivos están orientados, de forma directa o indirecta, hacia el desarrollo y protección de la identidad nacional, a través de elevar los niveles de estabilidad política y seguridad social como condiciones de la felicidad que es una de las cualidades sustanciales de la venezolanidad y esta, a su vez, es ese estado de la conciencia social que favorece el alcance de otros niveles superiores de independencia política y económica con estabilidad, seguridad y felicidad.

REFERENCIAS

(1) Casañas Díaz, Mirta y Martell Díaz, Marylin S. (2016) Identidad, independencia y unidad en América Latina y el Caribe. Edición de la Universidad Bolivariana de Venezuela, 2017, Caracas.

(2) Buen Abad, Fernando (2010).- Filosofía de la Comunicación. Edición El Perro y la Rana, 2010, Caracas.

(3) Véase el discurso ante los legisladores en el fundacional Congreso de Angostura de 1819. Allí Bolívar insiste en esas tres fuentes de su visión estratégica para lograr lo que hoy se comprende como emancipación social.

(*) Analista Político e Internacionalista. Profesor de la Maestría en Derecho Internacional Público de la UBV y del Seminario de África de la Escuela de Estudios Internacionales de FACES-UCV. Presidente de Planeación, Organización y Desarrollo de TRISOL y Coordinador Nacional de los Corresponsales Voluntarios del Pueblo.

(**) Se refiere al blog www.nuestravenezolanidad.blogspot.com que publicó inicialmente este artículo,  creado por los Educadores Patriotas para reunir allí todos los trabajos de maestros, estudiantes, analistas o investigadores sobre Venezolanidad, Identidad, Independencia e Integración.

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