Una década inolvidable para el mundo
Por Ernesto Wong Maestre
Cuando se desintegra el campo socialista formado por trece
repúblicas con procesos socialistas u orientados al socialismo, y sobreviene la
disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y muchos de
sus gobiernos claudican al anhelo de alcanzar un mundo sin explotación
capitalista y dejan de contribuir al equilibrio del mundo, comienza la fase
para el mundo del “secuestro” de las esperanzas de los millones de personas que
en todo el planeta, sobre todo en América Latina y el Caribe, en Africa y en
Asia, creían en el socialismo, como alternativa ética, económica y social a la
explotación y a la desigualdad capitalista.
Y fue la principal potencia capitalista –los Estados Unidos-
con sus potentes aliados europeos y asiáticos, formados todos en lo que se
conoce como la “tríada”, quienes protagonizaron el papel de verdaderos
“asaltantes” en una premeditada carrera hacia la dominación imperialista,
iniciada a fines de los ochenta y comienzos de los noventa y que por ser una
desenfrenada carrera, de tanta intensidad y agresividad hacia muchos pueblos,
permitió más o menos rápidamente que esos pueblos desarrollaran sus
capacidades, aprendieran las lecciones y comenzaran a desarrollar una
resistencia más consciente y más dinámica, sin que por ello pueda afirmarse que
hayan podido obstaculizar o hacer abortar todos los innumerables hechos
delictivos y antihumanos cometidos por los gobiernos de la “tríada” en todos
los órdenes de la vida, desde el daño al ecosistema hasta la destrucción de los
niveles de salud, educación y ciencias alcanzados en los países no socialistas
e insertados en la órbita del poder imperial y víctimas del neoliberalismo de
la “tríada”. Ahí se deben identificar las motivaciones de la intensificación de
las revueltas populares y resistencia activa que se suceden con mayor fuerza en
América Latina, Africa, Medio Oriente y Asia, sobre todo en los países
latinoamericanos y caribeños a partir de mediados de los ’90 y que alcanzan un
nivel importante con la elección presidencial en Venezuela del candidato
popular Hugo Chávez Frías, lo cual ha significado también una realidad objetiva
–es decir nuevas circunstancias- para que el imperialismo norteamericano pueda
continuar dominando como lo venía haciendo.
Ahí también pudieran encontrarse las causas contribuyentes
para que la Revolución Bolivariana sea “el mayor referente político del siglo
XXI” (1) porque en tanto asimila y aplica lo mejor del pensamiento político
revolucionario latinoamericano, verificado en la obra de la Revolución Cubana,
y en las experiencias allendistas, sandinistas y granadinas, ella va
construyendo sus capacidades transformativas también sobre la base de la
catástrofe social y económica con fuerte impacto cultural, originada por las
políticas neoliberales en Venezuela de la Cuarta República. Por ello, el
pensamiento bolivariano -construyéndose hoy- reconoce que ese “secuestro de las
esperanzas” en los noventa, o “esa frustración –como puntualiza Chávez- nos
hizo profundamente revolucionarios” (2).
Los noventa son los años en que la “tríada” no tiene mayores
obstáculos para tratar de doblegar la voluntad de libertad y democracia de los
pueblos; son los años en que la “tríada” comienza a eliminar del Sistema de
Naciones Unidas todo aquello que le obstruía sus intereses hegemónicos y que se
había logrado desde 1945 hasta 1990 por sus naciones miembros con el concurso y
el respaldo del potencial de los estados socialistas; son los años en que se
desatan las pasiones y las ambiciones de las transnacionales, multinacionales y
organismos especializados dirigidos por verdaderas oligarquías para convertir
al mundo en un gran mercado, a su gente en unos buenos o malos clientes y al
gobierno de Estados Unidos como “el gobierno global”; son los años en que toda
la “tríada” creyó que tenían al mundo en un puño y su líder –Estados Unidos-
pensó que podía comenzar por su “traspatio” invadiendo Panamá con 24000 marines
en 1990 mientras que azuzaban a Irak contra Kuwait para luego bombardear a Irak
en 1991, y mientras, creaba las condiciones políticas en los Balcanes –ese gran
espacio geopolítico- para armar el caos en Yugoslavia, bombardearla, destruirla
y dominarla, desde donde también dominar la frontera entre la Europa aliada y
la Europa post socialista, tratando de prevenir quizás lo que hoy ya es un
hecho: el poderoso “despegue” del socialismo chino como potencia cósmica.
Pero así como en la “tríada” hay ambición y egoísmo, también
hay prepotencia e ignorancia, y todos esos integrantes se ufanaron en creer y
divulgar que su poderosa “tríada” fue pura obra de ellos, gracias a “su
esfuerzo”, “inteligencia” y “creatividad”. Se olvidaron de los pueblos en los
que la “tríada” se apoyó para llegar a ser “tríada”, no en los suyos del norte,
sino en los que explotaron en el sur durante decenas de años para lograr tener
esas grandes transnacionales y multinacionales, y hasta esos “organismos
internacionales” que sin producir riquezas se dedican a gastar las pocas que
tienen sus pueblos.
Y son precisamente esos pueblos del sur los portadores de
los grandes sueños y de las grandes esperanzas echadas a la rueda de la
historia o a los brazos de estos “secuestradores” por quienes claudicaron y
dejaron frustradas a millones de personas en el mundo. Pero así como “no hay
imperialismo que dure cien años, ni pueblo que lo resista” como solía decir el
general Torrijos, tampoco hay asaltos ni secuestros eternos, ni generaciones
que los permitan. “Estamos en un tiempo maravilloso del renacer de la
esperanza” –nos recuerda y nos alienta Chávez- “hay un renacimiento, un
renacimiento de la esperanza”(3)
Luego del impacto causado por el “secuestro de las
esperanzas” de las generaciones adultas, apreciamos como las nuevas
generaciones de jóvenes que –ayer durante el asalto de la “tríada” eran unos
niños- hoy asumen los retos de sus padres, y vemos como enfrentan las tareas de
avanzada social, y apreciamos como no tienen traumas para decidir radicalmente,
pero sobre todo, estamos viendo como esas generaciones de jóvenes están
sacudiendo los sentimientos de las generaciones frustradas y traumatizadas, y
poco a poco, las están despertando de los sueños que les vendió la “tríada”, y
esas generaciones regresan con la cabeza en alto con los sueños que la “tríada”
les secuestró, y también con otros nuevos, y se están involucrando cada día más
en las luchas de emancipación social de este siglo XXI, el siglo para América
latina y el Caribe del socialismo bolivariano como una construcción colectiva
de quienes han sabido guiar y construir los procesos revolucionarios y también
de quienes ofrendaron sus vidas ante el intento de construirlo y nos legaron
sus experiencias.
CITAS
(1) Alí Rodríguez, Canciller de Venezuela, Palabras en la I
Reunión de Trabajo con el Capítulo Venezuela del Congreso Bolivariano de los
Pueblos, agosto 2005.
(2) Hugo Chávez, Presidente de la República Bolivariana de
Venezuela, discurso al concluir la marcha popular de apoyo a la política
exterior y a la amistad venezolano-mexicana el 19 de noviembre del 2005.
(3) Hugo Chávez, Presidente de la República Bolivariana de
Venezuela, discurso en la Asamblea General de la ONU, 17 de septiembre del
2005.
Publicado inicialmente en www.kiero.com
Venezuela-Actualidad Mundial 19/11/05
* Ernesto Wong Maestre
Politólogo, Internacionalista y Sociólogo
Otros sitios donde se publicó:
http://www.bnjm.cu/librinsula/2005/diciembre/103/colaboraciones/colaboraciones753.htm
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